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El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Todopoderoso.
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Diré yo al SEÑOR: “¡Refugio mío y castillo mío, mi Dios en quien confío!”.
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Porque él te librará de la trampa del cazador y de la peste destructora.
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Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas te refugiarás; escudo y defensa es su verdad.
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No tendrás temor de espanto nocturno ni de flecha que vuele de día
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ni de peste que ande en la oscuridad ni de plaga que en pleno día destruya.
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Caerán a tu lado mil y diez mil a tu mano derecha pero a ti no llegará.
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Ciertamente con tus ojos mirarás y verás la recompensa de los impíos.
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Porque al SEÑOR, que es mi refugio, al Altísimo, has puesto como tu morada,
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no te sobrevendrá mal ni la plaga se acercará a tu tienda.
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