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Porque él te librará de la trampa del cazador y de la peste destructora.
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Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas te refugiarás; escudo y defensa es su verdad.
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No tendrás temor de espanto nocturno ni de flecha que vuele de día
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ni de peste que ande en la oscuridad ni de plaga que en pleno día destruya.
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Caerán a tu lado mil y diez mil a tu mano derecha pero a ti no llegará.
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Ciertamente con tus ojos mirarás y verás la recompensa de los impíos.
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Porque al SEÑOR, que es mi refugio, al Altísimo, has puesto como tu morada,
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no te sobrevendrá mal ni la plaga se acercará a tu tienda.
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Pues a sus ángeles dará órdenes acerca de ti para que te guarden en todos tus caminos.
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En sus manos te llevarán de modo que tu pie no tropiece en piedra.
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Sobre el león y la cobra pisarás; hollarás al leoncillo y a la serpiente.
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“Porque en mí ha puesto su amor, yo lo libraré; lo pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre.
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Él me invocará, y yo le responderé; con él estaré en la angustia. Lo libraré y lo glorificaré;
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lo saciaré de larga vida y le mostraré mi salvación”.