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Oh SEÑOR, Dios de las venganzas; oh Dios de las venganzas, ¡manifiéstate!
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¡Exáltate, oh Juez de la tierra! Da su recompensa a los soberbios.
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¿Hasta cuándo los impíos, hasta cuándo, oh SEÑOR, se regocijarán los impíos?
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Vocean, hablan insolencias y se confabulan los que hacen iniquidad.
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A tu pueblo, oh SEÑOR, quebrantan; a tu heredad afligen.
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A la viuda y al forastero matan; a los huérfanos asesinan.
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Han dicho: “No lo verá el SEÑOR, ni entenderá el Dios de Jacob”.
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Entiendan, torpes del pueblo; ustedes, necios, ¿cuándo serán entendidos?
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El que puso el oído, ¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no verá?
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El que disciplina a las naciones, ¿no reprenderá? ¿No sabrá el que enseña al hombre el saber?
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El SEÑOR conoce los pensamientos de los hombres, que son vanidad.