Explicación, estudio y comentario bíblico de Zacarías 7:4-38 verso por verso
Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR de los Ejércitos, diciendo:
“Habla a todo el pueblo de la tierra y a los sacerdotes, diciendo: ‘Cuando ayunaban y hacían duelo en los meses quinto y séptimo durante estos setenta años, ¿acaso ayunaban para mí?
Y cuando comen y beben, ¿acaso no comen y beben para ustedes mismos?
¿No son estas las palabras que ha dado a conocer el SEÑOR por medio de los antiguos profetas, cuando Jerusalén estaba habitada y en paz, y estaban habitadas las ciudades en sus alrededores, y en el Néguev y en la Sefela?”.
Vino la palabra del SEÑOR a Zacarías, diciendo:
“Así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos: ‘Juzguen conforme a la verdad; practiquen la bondad y la misericordia, cada uno con su hermano.
No extorsionen a la viuda, al huérfano, al extranjero y al pobre; ni ninguno piense en su corazón el mal contra su hermano’.
Pero no quisieron escuchar. Más bien, se encogieron de hombros rebeldemente y taparon sus oídos para no oír.
Y endurecieron su corazón como un diamante para no oír la ley ni las palabras que el SEÑOR de los Ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los antiguos profetas. Por tanto, se desencadenó la gran ira del SEÑOR de los Ejércitos.
Aconteció que como llamé y ellos no escucharon, así ellos llamaron y yo no escuché, dice el SEÑOR de los Ejércitos.
Más bien, los esparcí con vendaval por todas las naciones que no conocían, y tras ellos la tierra fue desolada hasta no quedar quien fuera ni viniera. Así convirtieron la tierra de las delicias en desolación”.