Commento popolare di Kretzmann
Atti degli Apostoli 4:31
Y cuando hubieron orado, el lugar donde estaban reunidos tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban la Palabra de Dios con denuedo.
La congregación ahora vino a su petición especial. Las amenazas de los enemigos se concentraban sobre su pequeño rebaño; la tormenta parecía a punto de estallar sobre ellos. De este hecho debe tomar nota el Señor, no para subyugar o quitar la prueba de la fe, si su sabiduría creyere mejor hacer venir las tentaciones, sino para dar a ellos, sus siervos, la fuerza necesaria para hablar y proclama Su Palabra con todo denuedo, sin temor ni favoritismo.
Debe, con este fin, apoyar la proclamación de su verdad extendiendo su brazo todopoderoso y confirmándolo con milagros de sanidad, y mostrando señales y prodigios, haciéndolos realizar por el nombre y en el poder de su santo Hijo. , Su Hijo Jesús. El nombre de ese mismo Hombre a quien los judíos despreciaron y crucificaron debía ser magnificado entre ellos por estas manifestaciones de Su poder.
Estos eran los dos dones que la congregación y todos sus miembros necesitaban en ese momento: primero, el poder y la disponibilidad para proclamar la Palabra con valentía y alegría, y segundo, la capacidad de ayudar y sanar, como evidencia de que el omnipotente Dios y el poder del Cristo exaltado se mecen con ellos. Mientras aún estaban ocupados en esta oración, el Señor dio evidencia de haberlos escuchado. Porque el lugar donde estaban reunidos se movió, se agitó, lo que significaba la presencia divina.
Y, además, todos fueron llenos del Espíritu Santo; hubo una demostración especial de Su poder, capacitándolos para hablar y proclamar la Palabra con todo denuedo y poder. Esta fue en adelante una acción continua de los discípulos; sin el poder divino en ellos no se podría explicar el crecimiento de la Iglesia frente a tal oposición. Nota: La Iglesia del Señor siempre, en medio de la ira y las amenazas de sus enemigos, ha buscado y encontrado refugio en el Dios todopoderoso. Porque Dios siempre escucha el llanto de Sus hijos afligidos, y les da poder y audacia para proclamar el Evangelio en medio de Sus enemigos.