Porque les he dado las palabras que me diste; y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.

La oración del Señor ahora se refiere a Sus discípulos, específicamente a Sus apóstoles. A ellos les ha manifestado, revelado, el nombre del Padre; toda la esencia y gloria del Padre Jesús la ha proclamado y enseñado a aquellos hombres a quienes el Padre le había dado del mundo como suyos. Les ha mostrado lo que es el sentimiento y. intención del Padre es hacia los hombres pecadores. Por esta predicación y el llamado que incluía, ciertos hombres fueron separados del mundo por el Padre y asignados, dados, a Cristo.

Eran de Dios por Su elección y selección; y el Padre se los dio a Cristo en el tiempo, para que éste les diera la revelación y el conocimiento necesarios para obtener la vida eterna. Este objeto se realizó; los hombres aceptaron y guardaron la Palabra del Evangelio; la fe obrada en sus corazones se aferra a las promesas del Evangelio. Los discípulos, en primer lugar, habían logrado el entendimiento de que Jesús no estaba actuando en una capacidad independiente, aparte de la voluntad y el consejo de Dios, sino que todos los dones, poderes y palabras que mostró y enseñó provenían del Padre.

Entonces también, cuando Jesús les hubo entregado las palabras que había recibido de su Padre, las aceptaron en la fe. Por su aceptación de las palabras, de la enseñanza de Cristo con este entendimiento, han demostrado que tienen verdadera fe y conocimiento correcto. Entonces los discípulos tienen el verdadero conocimiento, la certeza de la fe, que Cristo realmente vino del Padre, que Él fue el Mensajero y Embajador del Padre a la humanidad.

Acoger la Palabra de Dios, aferrarse a las promesas y declaraciones del Evangelio, esa es la actitud y el trabajo característico de los creyentes. Tanto el ministerio de Jesús y Su testimonio habían afectado en su caso.

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