Pilato respondió: ¿Soy yo judío? Tu nación y los principales sacerdotes te han entregado a mí; ¿Qué has hecho?

Al no haber recibido cargos definidos, sino sólo vagas insinuaciones de los judíos, Pilato resolvió ahora dar audiencia al prisionero. Asumió el caso, aunque estaba convencido de que Cristo no era un criminal político. Eso en sí fue una injusticia por parte del gobernador, hacer un caso donde él no creía que había un caso. Pero una de las declaraciones de los gobernantes judíos había sido que Jesús había dicho que Él era el Rey de los judíos.

Entonces Pilato se ocupa de este asunto, como uno que podría conducir a alguna solución. Pero Jesús hace a su vez una pregunta muy pertinente: ¿De ti mismo dices esto, o te han hablado otros acerca de mí? "¿Haces esta pregunta por algún interés personal serio y con algún profundo temor de las bendiciones asociadas al reino de Dios, o simplemente estás haciéndote eco de una acusación formal presentada contra Mí por otros?" “En primer lugar se disculpa así: ¿Dices esto de ti mismo, o te lo dijeron otros de Mí? defensa.

Porque si alguien es acusado falsamente, no debe dejar que la acusación recaiga sobre él ni decir: Esto lo sufriré gustosamente y dejaré que permanezca sobre mí por el amor de Dios, sino que debe declarar abiertamente su inocencia. Por lo tanto, el Señor echa lejos de sí la culpa y la falsa acusación que los judíos le hacían y dice: Tú, Pilato, ¿preguntas si yo soy el Rey de los judíos, es decir, si soy un rebelde contra el emperador? Llamo a tu propia conciencia como testigo, ya sea que me acuses de esto de ti mismo o no.

Seguramente, de ti mismo no dirías tales cosas de Mí. Que responda tu conciencia, sí, que respondan tus propios ojos. Me ves de pie ante ti, capturado y atado; Fui tomado en ningún tumulto, y no hay multitud de gente a mi alrededor que use armas, sino que tengo todo el aspecto de una persona capturada y atada. Por lo tanto, no se me puede acusar de insurrección contra el emperador. Así el Señor presenta Su inocencia frente a la falsa acusación de los judíos, llamando tanto a la conciencia como a los ojos del juez como testigo.

Pilato rechaza la misma implicación de que él podría haber tenido la idea que él mismo planteó con una demostración casi de odio: ¡Ciertamente no soy judío! Él. Y con cierta aspereza, Pilato quería saber de qué se trataba todo el problema, qué se había comprometido Jesús a presentar ante Él de esta manera. La idea de que él debería tomar algún valor en un Mesías judío, Pilato explora con burla burlona.

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