Commento popolare di Kretzmann
Giovanni 7:30
Entonces trataron de prenderlo; pero nadie le echó mano, porque aún no había llegado su hora.
En este punto se creó una distracción por la indagación de algunas personas locales que pueden haber llegado a la escena en ese momento. Se sorprendieron de la enseñanza de Cristo tan abiertamente. Seguramente era el hombre a quien los principales hombres de la nación habían tratado de matar y que incluso entonces planeaban quitar de en medio. La inferencia fue que los gobernantes habían sido convencidos de la verdad de las afirmaciones de Cristo y estaban reconsiderando su intención de darle muerte.
Pero esta idea, a su vez, es descartada, pues los charlatanes siguen expresando su convicción de que conocían el origen de este hombre que enseñaba antes que ellos; pero en cuanto al Cristo, el Mesías, había ganado terreno la suposición de que nadie sabría de dónde vendría. Esta idea se debió a una mala interpretación de algunos pasajes del Antiguo Testamento que se refieren a la eternidad del Mesías ya secciones de literatura apócrifa que circulaban entre los judíos de aquellos días.
En este hombre Jesús no vieron nada milagroso. No creían en su poderoso testimonio de su origen celestial, y los milagros que hacía al sanar a los enfermos eran insignificantes a sus ojos. Su posición es compartida por una gran cantidad de críticos modernos, la estupidez de cuya razón los vuelve igualmente ciegos. Jesús, en medio de esta babel excitada de voces, gritó deliberadamente en voz alta en este punto, para llamar la atención sobre sí mismo y sobre sus palabras.
Con el fin de obtener su interés, Él se pone de su lado. Pensaron que sabían de dónde era; un poco de ironía desdeñosa. Todas sus ideas acerca del Mesías eran confusas y confusas, y tan tontas eran sus conjeturas en cuanto a su origen. Deben saber que Jesús no presumió de la misión que ahora está tratando de cumplir. Es en verdad y más allá de toda duda Dios quien lo envió.
Pero de la esencia de este Dios, el Padre celestial, no tenían la menor idea a pesar de toda su jactancia. El que no conoce al Hijo no puede comprender la esencia del Padre. Jesús conoce bien al Padre, porque Él tiene Su ministerio, Su cargo de embajador, de Él. Para los judíos sacar esta conclusión de su conocimiento del origen de Cristo de que Él era un profeta autoconstituido y por lo tanto no el Mesías, es cometer el error más grande que es posible en el ancho mundo.
Esta declaración franca volvió a enfurecer a los judíos; trataron de prenderlo; sus manos estaban bastante ansiosas por ser puestas sobre Él en furia reinante. Pero fueron retenidos por un poder que les cogió las manos, porque la hora de Jesús aún no había llegado. Todavía no se acercaba el momento en que entraría en la gloria de su Padre por el camino del sufrimiento y de la muerte. Los enemigos de Cristo no pueden hacer nada a menos que Dios les dé permiso.