Commento popolare di Kretzmann
Luca 13:35
He aquí, vuestra casa os es dejada desierta; y de cierto os digo que no me veréis hasta que llegue el tiempo en que decidáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Ver Matteo 23:37 . Lucas añade este grito de Jesús en este punto, y es más que probable que Jesús pronunció estas palabras y otras similares más de una vez. La ciudad de Jerusalén, la capital de la nación, que debería haber sido líder en recibir a los profetas del Señor y mostrarles todos los honores, se había ganado una reputación tristemente diferente a este ideal.
Apedrear a los profetas y matar a los mensajeros del Señor, ese era el nombre que había adquirido Jerusalén a lo largo de los siglos. Jesús mismo había tratado, con toda la riqueza y el fervor del amor de su Salvador, de reunir a la gente de la ciudad en torno suyo, para llevarles la gozosa seguridad de su redención por medio de su sangre. Su solicitud había sido inquebrantable durante todos los años de su ministerio, como la de una gallina ansiosa por el bienestar de sus polluelos.
Él había querido, pero ellos no habían querido. “Así y no de otra manera había de suceder, y siempre ha sido así, que el mayor daño y daño se ha hecho a Cristo, a su Palabra y a su Iglesia, por los que han presumido ser los más santos y mejores. Y así trajeron sobre sí su castigo: su morada, la ciudad de Jerusalén, fue destruida y dejada desolada apenas cuatro décadas después.
No volverán a ver a Cristo hasta el día en que Él regrese en Su gloria, y cuando incluso Sus enemigos, que entonces quedarán completamente confundidos, tendrán que confesar que Jesús es el Señor. Entonces sus labios, por el castañeteo de sus dientes, apenas podrán formar las palabras, y su corazón pronunciará maldiciones e imprecaciones; pero tendrán que reconocer a Aquel a quien mataron como el Señor de todos.
Resumen. Jesús pronuncia unas últimas advertencias para estar preparados para el Juicio, sana a la mujer lisiada en sábado, enseña y amonesta en parábolas, repudia la amenaza que pretende venir de Herodes, y. clama, sobre Jerusalén.