Commento popolare di Kretzmann
Luca 14:11
Porque cualquiera que se enaltece será abatido, y el que se humilla será enaltecido.
Los ojos de Jesús siempre estaban observando la manera en que las personas se comportaban en las diversas condiciones de vida, porque de todo sacaba lecciones. En las fiestas ordinarias de los judíos había mucha informalidad, pero en las cenas de bodas la cuestión del rango era muy importante. Jesús había notado en esta ocasión que todos los invitados hacían un intento de tomar los sofás de honor, las primeras almohadas, en la cabecera de la mesa.
Y así Él les enseña una lección acerca de la esfera superior de la moralidad y la religión. En un banquete de bodas, los invitados no deben luchar por los asientos más honrados, porque fácilmente podría suceder que uno a quien se debe mayor respeto debido a su rango o posición se encuentre entre los invitados. ¡Y qué humillación sería entonces si el anfitrión pidiera abiertamente al invitado de adelante que cediera su lugar al invitado de honor, mientras que el otro, avergonzado y de mala gana, tendría que pasar al último lugar! El Señor, por tanto, aconseja el método contrario, elegir el lugar más bajo, porque entonces bien podría suceder que el humilde huésped fuera invitado en presencia de los invitados reunidos a pasar más adelante a la cabecera de la mesa, recibiendo así honor ante todos. reclinados con él en las mesas.
No era una mera cuestión de prudencia y buena forma lo que Jesús abordó aquí, sino que era una reprimenda a la presunción y al orgullo de los invitados. Incidentalmente, ilustra una regla que encuentra su aplicación en el reino de Dios: Todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. El que se exalta a sí mismo, se pone por encima de su prójimo, se jacta de su propio mérito y dignidad ante Dios, será humillado, será excluido del reino de Dios.
Pero el que se humilla ante Dios y, en consecuencia, se coloca también por debajo de su prójimo como un siervo dispuesto a atender sus necesidades según se presente la ocasión, será exaltado, recibirá honra en el reino de Dios. Porque tal humildad expresa la verdadera disposición de un discípulo, es una evidencia de un arrepentimiento que es consciente de su propia indignidad, y de la fe, que se gloría solo en la cruz de Jesús y encuentra consuelo solo en su misericordia.