porque os digo que no beberé del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios.

Tal como Jesús les había dicho por Su divina omnisciencia, los discípulos encontraron todo, y así pudieron preparar la comida para la cena de Pascua. Compraron un cordero cuya condición cumplía con los requisitos de la Ley. Después de la clausura del servicio vespertino, lo llevaron al Templo, donde todos los sacerdotes estaban de servicio. El hombre que representaba a la casa sacrificaba el animal él mismo, mientras que un sacerdote recogía la sangre y la pasaba para que fuera rociada sobre el altar de la ofrenda quemada.

Todas las ceremonias del Templo se llevaban a cabo durante el canto del gran Hallel. Luego, los dos discípulos proporcionaron también los panes sin levadura necesarios, las hierbas amargas y la salsa de color marrón rojizo conocida como jaroset, que recordaría al pueblo los ladrillos de Egipto. Habiendo puesto todo en orden, o regresaron a Betania, o, más probablemente, esperaron a que llegara el resto de la compañía, haciendo así un número total de doce apóstoles, a los que hay que añadir el mismo Jesús.

Él, el Señor, había preparado todo para Su Amortiguamiento y muerte. El mal consejo de los judíos nunca hubiera tenido éxito si Él no hubiera estado de acuerdo. No el tiempo que ellos habían considerado conveniente, sino el día que Él había escogido traería Su muerte. A la hora señalada de la tarde, la hora en que se comía la cena de Pascua según la costumbre judía, Jesús se sentó en el sofá, se reclinó a la mesa según la costumbre oriental que había sido aceptada por los judíos y sus discípulos, los doce apóstoles, con él.

Sus primeras palabras mostraron que estaba profundamente conmovido. Había deseado fervientemente, había anhelado con gran anhelo, comer esta cena pascual con ellos antes de Su gran Pasión. Porque Él no celebraría más comidas festivas con ellos hasta que se alcanzara la perfección del reino de Dios. Luego pronunció la bendición acostumbrada sobre la copa de vino, que todos los participantes de la comida bebieron, y se la dio a con la instrucción de que la repartieran y todos participaran de ella, que la repartieran entre ellos.

Y aquí declaró con la misma solemnidad que no bebería con ellos del fruto de la vid, como se llamaba al vino de la Pascua, hasta que viniera el reino de Dios, hasta la revelación del Reino de la Gloria, cuando la Iglesia triunfante entrar en su fiesta eterna. La comida de la Pascua, que los judíos celebraban en conmemoración de la liberación de la esclavitud de Egipto, por cierto era un tipo de la comida eterna de gozo y bienaventuranza en el cielo, donde el Señor alimentará a los Suyos con maná celestial y les dará de beber. del río de sus delicias.

Cristo, como el verdadero Cordero Pascual, estaba ahora a punto de ser llevado al matadero y así ganar para todos los pecadores los gozos de la vida eterna. Por eso tenía el gran anhelo de comer esta cena pascual con sus discípulos, porque introduce su sufrimiento y muerte. Como Salvador de los pecadores, estaba consumido por el anhelo de ganar la salvación para todos los pecadores. Véase Matteo 26:29 ; Marco 14:25 .

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