y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma corporal, como paloma, y ​​vino una voz del cielo, que decía: Tú eres mi Hijo amado; en Ti tengo complacencia.

Cuando todo el pueblo estaba siendo bautizado, cuando el ministerio de Juan había llegado a su punto culminante, Jesús mismo vino a ser el compañero de los pecadores que buscaban el perdón de los pecados a través del Bautismo. A través de Su bautismo, Jesús fue formalmente inaugurado en Su oficio. Porque después de su bautismo, mientras oraba, como solía hacer en todas las situaciones importantes de su vida, se abrió el cielo sobre él.

Y al mismo tiempo, el Espíritu Santo, en forma corporal de paloma y como tal visible desde el exterior, descendió del cielo sobre Jesús. Todo el evento fue un testimonio milagroso de Dios Padre de la filiación de Jesús, cuando también invocó con voz audible: Tú eres mi Hijo amado, en ti tengo complacencia. Era una manifestación destinada al fortalecimiento de Cristo al comienzo de su ministerio.

En los días que le precedieron, a menudo parecía como si la mano de Dios se hubiera retirado por completo de él, que ya no tenía un Padre amoroso arriba en los cielos. Pero la seguridad que recibió en su bautismo dio a Cristo el valor necesario, según su naturaleza humana, para hacer frente a todas las pruebas que necesariamente le corresponderían como el gran Vicario de la humanidad. Note que el Dios Triuno está presente en esta gran inducción del Hijo a Su oficio.

"Con estas palabras Dios hace reír y alegrar el corazón de todo el mundo y colma a todas las criaturas de la plenitud de la dulzura y del consuelo divinos. ¿Cómo así? ¿Por qué, si yo lo sé y tengo la certeza de que el hombre Cristo es el Hijo de Dios? y bien agradable a Dios, como debo estar seguro, ya que la misma divina Majestad habla desde el cielo, que no puede mentir, entonces también estoy seguro de que todo lo que este Hombre dice y hace, es toda palabra y obra de un Hijo amado, que debe agradar a Dios en la más alta medida.

Pues bien, que lo anote y lo capte bien: ¿Cómo podría Dios darme prueba más contundente y ofrecerse con mayor amor y dulzura que diciendo que le agrada de corazón que su Hijo Cristo me hable tan agradablemente, me ame? tan cordialmente, y por un gran amor por mí sufre, muere y hace de todo? ¿No crees que si un corazón humano sintiera tal placer de Dios en Cristo cuando nos sirve así, que de gozo estallaría en cien mil pedazos? Porque allí vería el abismo del corazón paternal, sí, la bondad y el amor infinitos y eternos de Dios que Él tiene hacia nosotros y ha dado a luz desde la eternidad".

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