Él no es el Dios de los muertos, sino el Dios de los vivos; yerráis, pues, grandemente.

La pregunta que utiliza Jesús: ¿No os equivocáis por este hecho?. es más fuerte que una declaración positiva en cuanto a sus creencias y argumentos erróneos. Él dice, en efecto: ¿No ves cuán absolutamente tonto eres en tu creencia y en tu discusión? El punto de su historia se basa en una suposición equivocada. Deben señalarse dos hechos graves contra los saduceos y todos los que los siguen en argumentos similares: no conocen las Escrituras; no conocen el poder de Dios.

La mayoría de los enemigos más rabiosos y radicales de las verdades bíblicas ni siquiera han leído la Biblia y, sin embargo, se atreven a juzgarla en los más mínimos detalles. Y no tienen concepto del gran poder de Dios; sus mentes finitas no pueden comprender el infinito y, sin embargo, hacen intentos inútiles de aclarar asuntos que están más allá de su comprensión para ellos mismos y para los demás mediante teorías que están sujetas a cambios sin previo aviso.

Casarse y darse en matrimonio ya no se practicará en el cielo, después de la resurrección. Entonces todas las necesidades físicas terminarán definitivamente, y todos los creyentes en la bienaventuranza serán asexuados. Los términos varón y mujer, marido y mujer, ya no estarán en uso, porque no habrá necesidad de ellos. Los seres amados estarán en el cielo, no en la antigua relación de sangre, sino en la relación más cercana y feliz del espíritu, en unión con Cristo el Salvador.

Pero Jesús les da una lección a los saduceos también acerca de la resurrección de los muertos. Ya que rechazaron todos los escritos del Antiguo Testamento excepto los cinco libros de Moisés, Él toma Su prueba de uno de estos, de Esodo 3:6 . Al hablarle a Moisés en la zarza ardiente, Dios se llamó a sí mismo expresamente el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob.

Todos estos patriarcas, en ese momento, habían muerto, y presumiblemente estaban muertos, hasta donde los hombres podían ver y juzgar. Pero, Jesús les explica a los saduceos, el hecho de que Dios se designe a sí mismo de esa manera, muestra que estos hombres, aunque muertos en el cuerpo, aún estaban vivos, que su alma, la parte más esencial de ellos, estaba viva. El Dios viviente es el Dios de los vivos únicamente, Su obra concierne únicamente a los vivos. Esto es cierto para todos los creyentes.

Todos, para quienes el Señor es Dios, viven para Dios, aun cuando hayan cerrado los ojos en la muerte temporal. La muerte, para ellos, es sólo un sueño temporal, en medio del cual Dios los considera vivos. Y por lo tanto Dios verdaderamente despertará a todos los muertos que se han dormido en Él a una vida nueva y bendita en toda la eternidad.

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