Marco 14:11

Y cuando lo oyeron, se alegraron y prometieron darle dinero. Y buscó cómo podría traicionarlo convenientemente.

La reprimenda pública que Judas había recibido en casa de Simón en Betania, cuando expresó su disgusto por el acto de bondad de la mujer, parece haber sido el motivo directo de su traición. Su camino descendente fue similar al de muchos que no se aferran al Salvador con toda sencillez de corazón. El hecho de ser tesorero de los discípulos le enseñó a anhelar el dinero y alimentó su orgullo.

Pronto amó el dinero, adoró el oro, estaba ansioso por poseer todo lo que pudiera. Los métodos ordinarios y honestos para obtenerlo ya no le atraían, eran demasiado lentos; así que se hizo ladrón. Y ahora la defensa de Cristo de la mujer había despertado su ira. Uno de los Doce había sido elegido, uno de los Doce todavía lo era, en apariencia, pero ahora se dirigió a los principales sacerdotes para entregarles a su Señor y Maestro.

¿Y ellos? En este asunto, cuando se trataba del asesinato de una persona inocente, estaban muy contentos de darle audiencia; estaban llenos de un júbilo infernal al contemplar la destrucción del odiado nazareno. Le dieron la seguridad de que le darían plata, que le pagarían bien su nefasta acción. Y Judas, endurecido contra todas las advertencias de su conciencia, contra todas las apelaciones de su mejor naturaleza, desde ese momento deliberadamente buscó la oportunidad de cómo podría traicionar a Jesús en el momento más conveniente. Judas es un terrible ejemplo del poder de Satanás sobre el corazón que deliberadamente deja y rechaza al Señor.