Y cuando entréis en una casa, saludadla.

Esta será una regla permanente; cualquiera que sea la ciudad o pueblo que sea, se seguirá el mismo procedimiento. Examinarán e indagarán con seriedad y precisión en cuanto a la dignidad moral del anfitrión probable, ya que una elección equivocada podría dañar seriamente la obra. Pero una vez hecha la elección, respete la decisión. No busquen mejor comida o compañía más agradable para no ser marcados como hombres egoístas.

Siempre es mejor establecer un centro de actividad en lugar de depender de una actividad transitoria e interrumpida. Hay aquí también una insinuación para el charlatán ocioso, el vagabundo, el entrometido, que frecuenta las calles y la compañía de aquellos que pueden promover su ambición, en lugar de encontrar tiempo para la oración y el estudio en el hogar. Tal hogar, el digno lugar de residencia, será distinguido por el saludo de paz, como lo serán todas las casas que están abiertas a los siervos del Señor. Tal saludo no es una fórmula vacía, sino una bendición en el nombre del Señor, otorgando la bendición del Señor. Él mora donde mora Su siervo.

¿Cómo crees? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve, y va a los montes, y busca la que se había descarriado?

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