y salutaciones en las plazas, y ser llamado de los hombres, Rabí, Rabí.

En público, donde estaban ante los ojos del pueblo, los fariseos y los escribas eran modelos de piedad y virtud. Sus obras, todos sus actos públicos, se hacían con ese objeto en mente, porque eran actores que actuaban maravillosamente. Se dan algunos ejemplos de tal comportamiento hipócrita. Dios había mandado a los judíos, Deuteronomio 6:8 , que ataran sus palabras como una señal en la mano y como frontales entre los ojos.

Esto lo explicaron los líderes judíos en el sentido literal. De ahí las filacterias, o recordadores, tiras de vitela o pergamino, como de una pulgada de ancho y de doce a dieciocho pulgadas de largo, en las que estaban escritos Deuteronomio 11:13 ; Deuteronomio 6:4 ; Esodo 13:11 ; Esodo 13:1 .

Estos se colocaban en pequeños cofres o cajas, uno de los cuales se sujetaba a la frente, para el intelecto y la mente, el otro al brazo izquierdo, para el corazón. Los fariseos hicieron estos recordadores de la Ley excepcionalmente grandes, ya sea en el tamaño del pergamino o de las letras en las que estaban escritos los textos. De la misma manera los fariseos exageraban en el asunto de las cenefas, borlas o flecos de sus vestiduras, que usaban los judíos según Numeri 15:37 , para recordarles los mandamientos del Señor.

Se sujetaban a las vestiduras con cintas azules, ya que el azul era el color simbólico de Dios, del cielo, de su pacto y de la fidelidad. Los versos de la Ley generalmente se tejían en estas tiras. Al hacer estas fronteras muy anchas y conspicuas, los escribas y fariseos querían hacer alarde de su celo por la Ley de Dios. De la misma manera amaban entrañablemente, y siempre procuraban conseguir para sí mismos, el asiento más alto, el primer sofá, el lugar de honor en una comida festiva; elegían siempre el asiento reservado a los ancianos en la sinagoga; su vanidad ansiaba el discurso formal del maestro público, cuando los laicos los llamaban deferentemente Rabí. Era una ambición desmedida, repugnante.

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