¡Ahora el Dios de la paz esté con todos ustedes! Amén.

Primero había que hacer el viaje a Jerusalén, ese plan no se podía cambiar. Pero tan pronto como Pablo hubo llevado este negocio a su fin y entregado, entregado con seguridad, en manos de los miembros de la iglesia en Jerusalén este fruto de amor, como bien podría denominarse la colecta, siendo el fruto de la fe que era activa enamorado, luego pasaría por Roma camino de España. Y de una cosa estaba seguro ya entonces, a saber, que al venir a ellos vendría con la plenitud de la bendición de Cristo y del Evangelio.

Que sería abastecido, que traería en rica abundancia. Porque estaba convencido de que Cristo, quien a través de sus labores había derramado bendiciones espirituales tan abundantes sobre los creyentes gentiles, no pasaría por alto a la congregación en Roma.

Pero a pesar de todas sus confiadas promesas, Pablo no puede evitar expresar una aprensión, un presentimiento del mal. Había sufrido tanto en la persecución de parte de los judíos que no podía librarse del todo de un presentimiento del daño que podría sobrevenirle en Jerusalén. Por lo tanto, ruega encarecidamente a los cristianos de Roma, por el Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que luchen con él en sus oraciones a Dios por él.

Por obra de Jesucristo todos los creyentes están unidos en la más íntima comunión y pueden interceder los unos por los otros con todo fervor. Y el amor que el Espíritu Santo implanta en el corazón de los cristianos los impulsa a ayudarse unos a otros en la oración. Y tan ferviente y urgente es su oración que participa de la naturaleza de una batalla, una lucha contra los poderes invisibles y hostiles que se esfuerzan por obstaculizar los trabajos del apóstol.

Con tales oraciones para ayudarlo, puede esperar ser librado de los desobedientes en Judea, de aquellos que rehusaron obedecer el Evangelio. Y su oración intercesora puede tener tanto efecto que su servicio a Jerusalén sea aceptable para los santos, que gozosamente aprovecharán la ayuda que les fue brindada por Pablo y sus compañeros. De Atti degli Apostoli 21:17 ss.

sabemos que la oración de Pablo y de los cristianos en Roma fue escuchada, que fue recibido con gozo por los miembros de la congregación en Jerusalén. Y, aunque Pablo no vino a Roma en la forma en que planeaba ir en este momento, sin embargo, por la providencia de Dios, fue llevado allí a su debido tiempo, fue recibido por ellos con gran alegría y encontró algún refrigerio. para ulteriores labores apostólicas a través de su relación con ellos. Con la oración ferviente, que equivale a bendición, para que el Dios de la paz, el que se ha reconciliado con nosotros por Cristo, nuestra Paz, esté con todos ellos, san Pablo cierra el epílogo de su carta.

Resumen

El apóstol exhorta a los cristianos a sobrellevar las debilidades de los hermanos ya vivir siempre, como verdadera casa de Dios, en fraternal armonía; les cuenta su plan de visitar Roma de camino a España y les pide que lo recuerden en sus oraciones.

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