Apocalipsis 17:1-18
1 Vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas y habló conmigo diciendo: “Ven acá, y te mostraré la condenación de la gran ramera que está sentada sobre muchas aguas.
2 Con ella fornicaron los reyes de la tierra, y los que habitan en la tierra se embriagaron con el vino de su fornicación”.
3 Me llevó en el Espíritu al desierto. Y vi una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia y que tenía siete cabezas y diez cuernos.
4 La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y estaba adornada con oro y piedras preciosas y perlas. En su mano tenía una copa de oro llena de abominaciones y de las impurezas de su inmoralidad.
5 En su frente estaba escrito un nombre, un misterio: “Babilonia la grande, madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra”.
6 Vi a la mujer embriagada con la sangre de los santos y con la sangre de los mártires de Jesús. Al verla, quedé asombrado con gran asombro.
7 Y el ángel me dijo: “¿Por qué estás asombrado? Yo te explicaré el misterio de la mujer y de la bestia que la lleva y que tiene siete cabezas y diez cuernos.
8 La bestia que has visto era y no es,y ha de subir del abismo, y va a la perdición. Los habitantes de la tierra, cuyos nombres no están inscritos en el libro de la vida desde la fundación del mundo, se maravillarán cuando vean a la bestia que era y no es y será.
9 Aquí está la mente que tiene sabiduría: Las siete cabezas son siete montes sobre los cuales está sentada la mujer.
10 Y son siete reyes: Cinco han caído, uno es y otro aún no ha venido; y cuando venga, debe quedar solo por un breve tiempo.
11 La bestia que era y no es también es el octavo, y procede de los siete y va a la perdición.
12 Los diez cuernos que has visto son diez reyes que todavía no han recibido reino, pero toman autoridad por una hora como reyes junto con la bestia.
13 Estos tienen un solo propósito, y entregan su poder y autoridad a la bestia.
14 Ellos harán guerra contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes, y los que están con él son llamados y elegidos y fieles”.
15 También me dijo: “Las aguas que has visto donde está sentada la ramera son pueblos y multitudes, naciones y lenguas.
16 Los diez cuernos que has visto, y la bestia, estos aborrecerán a la ramera y la dejarán desolada y desnuda. Comerán sus carnes y la quemarán con fuego;
17 porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar su propósito, y que tengan un solo propósito, y que entreguen su reino a la bestia hasta que se cumplan las palabras de Dios.
18 La mujer que has visto es la gran ciudad que tiene imperio sobre los reyes de la tierra”.
CAPITULO 17
EL ATAVIO DE LA RAMERA BABILONIA: LA BESTIA EN QUE CABALGA, QUE TIENE SIETE CABEZAS Y DIEZ CUERNOS, SERA EL INSTRUMENTO DEL JUICIO QUE LE SOBREVIENE. Como el 16:12 postula en general el juicio de las copas que será derramado sobre la ramera, el poder babilónico, como los Caps. 17 y 18 dan lo mismo en detalle, así el 19 da en detalle el juicio sobre la bestia y el falso profeta, que fué aludido en el 16:13-15 en conexión con la venida de Cristo. muchas aguas—“sobre muchos” según A. Véase Jeremias 51:13. El 17:15 explica el sentido. La ramera es la Iglesia apóstata, así como la mujer (cap. 12) mientras sea fiel es la Iglesia. Satanás, habiendo fracasado por la violencia, trata de cautivarla, y con demasiado éxito, por medio de las seducciones mundanas; mas no como su Señor, ella fué vencida por estas tentaciones; así pues se la ve sentada sobre la bestia de color bermejo, siendo, ya no la esposa, sino la ramera; ya no la Jerusalén, sino la Sodoma espiritual (11:8).
2. embriagado—No puede ser la Roma pagana, sino la Roma papal, si se denota una sede particular de error; pero me inclino a creer que el juicio (18:2) y la fornicación espiritual (18:3), aunque encuentran su culminación en Roma, no se restringen a Roma, sino que comprenden toda la Iglesia apóstata, romana, griega y aun protestante, hasta el grado en que esté seducida de su “primer amor” (2:4) para con Cristo, el Novio celestial, y haya dado su afecto a las pompas e ídolos mundanos. La mujer (esposa, 12:1) es la congregación de Dios en su pureza bajo el Antiguo y Nuevo Testamentos, y aparece de nuevo como la Novia del Cordero, la Iglesia transfigurada preparada para las bodas. La mujer, la Iglesia invisible, está latente en la Iglesia apostólica, y es la Iglesia militante; la Novia es la Iglesia triunfante.
3. al desierto—En contraste con el 12:6, 14: tiene ella un lugar en el desierto mundo, mas no un hogar; peregrina en la tierra, que busca la ciudad que vendrá. Ahora, empero, se contenta con tener su porción en este desierto moral. bestia bermeja—La misma que en 13:1, es descrita tanto allí como aquí, “que tenía siete cabezas y diez cuernos” (dejando ver que es representativa del dragón, 12:3), y sobre sus cabezas nombres (en plural) de blasfemia;” comp. también el 17:12-14 con 19:19, 20, y con 17:13, 14, 16. Roma, que descansa en el imperio mundial, y lo dirige con sus pretensiones a la supremacía,, es la representativa principal, pero no exclusiva, de este simbolismo. Como el dragón es rojo como el fuego, así la bestia es de color carmesí, lo que denota crímenes de sangre, de pecados como el carmesí. llena—por todas partes; no solamente en las cabezas, como en el 13:1, pues su oposición para con Dios está ahora por desarrollarse en toda su intensidad. Bajo la dirección de la ramera, el poder imperial expone sus pretensiones blasfemas peores que las de los tiempos paganos. Así el papa es puesto por los cardenales en el templo de Dios, para que sentado en el altar, le besen los pies. Esta ceremonia se llama entre los escritores romanistas la adoración. Historie de Clerge, Amsterdam 1716; y Notitia Curiae Romanae de Lettenburgh, 1683, pág. 125: Myst. Bab. de Heidegger, 1, 511, 514, 537; una moneda papal (Numismata Pontificum, París, 1679, pág. 5) tiene la leyenda blasfema, “Quem creant, adorant.” Hincarse y besar es la adoración denotada por la palabra usada por Juan nueve veces tocante al rival de Dios (Griego, proskunein). Abominación, también, es el término escriturario por ídolo, o por cualquier criatura adorada con el homenaje que se debe al Creador. Con todo, hay alguna retención contra este poder mundial antidivino mientras la ramera anda sobre él; el anticristo consumado será cuando la bestia, habiendo destruído a aquélla, sea revelada como la concentración y la encarnación de los principios antidivinos autodeificantes, antes aparecidos en formas y grados variables. “La Iglesia se ha granjeado el reconocimiento externo con el hecho de apoyarse es el poder político, el que a su vez usa de la Iglesia para sus propias finalidades; tal es el cuadro que se presenta aquí del cristianismo ya maduro para el juicio.” [Auberlen.] Las siete cabezas son, según el parecer de algunos,, las siete formas sucesivas de gobierno registradas en Roma: reyes, cónsules, dictadores, decenviros, tribunos militares, emperadores, los emperadores alemanes [Wordsworth], de los que Napoleón es el sucesor (17:11). Pero véase la interpretación, Deuteronomio 17:9, Deuteronomio 17:10, Notas, la cual yo prefiero. Ya desaparecieron las coronas que estaban antes sobre los diez cuernos, una indicación acaso de que los diez reinos en que debe dividirse el mundo germano-eslavo (el antiguo Imperio Romano, inclusive el oriente y el occidente, las dos piernas de la imagen de cinco dedos cada una: diez en total), perderá en fin su forma monárquica [Auberlen.]; pero véase 17:12, que parece denotar reyes coronados.
4. El color escarlata—¡qué notable es!—está reservado para los papas y cardenales. Pablo II declaró que caería bajo pena el que alguien llevara sombrero de escarlata sin ser cardenal; comp. Caeremoniale Rom., 3 sec. 5, c. 5. Este libro fué compilado hace más de 340 años por Marcelo, arzobispo romanista, y dedicado a León X. En él se enumeraron cinco prendas de vestir diferentes de color escarlata. Se menciona un chaleco adornado de perlas. La mitra del papa es de oro y piedras preciosas. Son las mismas características externas que el Apocalipsis asigna tres veces a la ramera o Babilonia. Así Joaquín, abate de Calabria cerca del año 1200, llamado a Palestina por Ricardo de Inglaterra e interrogado por él acerca del anticristo, contestó que “nació ya hace mucho en Roma, y se está ensalzando sobre todo lo que se llama Dios.” Rogerio Hoveden, Angl. Chron., 1. 2, y en otras partes, escribió: “La ramera ataviada de oro es la Iglesia de Roma.” En todo tiempo y lugar (no solamente en Roma) cuando la Iglesia, ya no “vestida del sol” (como al principio, 12:1), se vista de falsos atavíos terrenales, comprometiendo la verdad de Dios por temor, o por la adulación del poder mundano, de la ciencia o de la riqueza, se convierte en la ramera sentada sobre la bestia, y condenada en justa retribución a ser juzgada por la bestia (17:16). Pronto, de igual manera que Roma y que los judíos del tiempo de Cristo y de los apóstoles, en liga con la Roma pagana, ella llega a ser la perseguidora de los santos (17:6). En vez de beber la “copa” de aflicción de su Señor, “tiene una copa llena de abominaciones y de suciedades.” Roma se representa a sí misma en sus medallas, teniendo un cáliz con la inscripción que la condena: “Sedet super universum.” Entretanto el imperio mundial abandona la hostilidad y acepta el cristianismo externamente; la bestia abandona su caráster antidivino, la mujer abandona su carácter divino. Ellos se encuentran a la mitad del camino por concesiones mutuas; el cristianismo se vuelve mundano; el mundo queda cristianizado. El que gana es el mundo, la que pierde, la Iglesia. La bestia por un tiempo recibe una herida mortal (13:3), pero no es de veras transfigurada; se volverá peor que nunca (17:11-14). Sólo el Señor en su venida puede hacer que los reinos del mundo lleguen a ser de nuestro Señor y de su Cristo. La “púrpura” es emblema imperial; hasta con escarnio la pusieron sobre nuestro Señor. piedras—Griego, “piedra”. suciedad—A, B, y Andreas dicen: “cosas sucias,” impuras.
5. en su frente un nombre—según la costumbre de las prostitutas. ¡Qué contraste con la expresión: “Santidad del Señor,” que se inscribía en la mitra en la frente del sumo sacerdote! misterio—significa un hecho espiritual antes escondido, e imposible de describir con la mera razón, pero que ahora es revelado. Como la unión de Cristo y la Iglesia es un “gran misterio” (una verdad espiritual de suma importancia, una vez escondida, ahora revelada, Efesios 5:31); así la Iglesia conformándose al mundo y por eso haciéndose ramera, es un “misterio” opuesto (una verdad espiritual. simbólicamente revelada). Como la iniquidad de la ramera es levadura que trabaja en “misterio,” y que es llamado por lo tanto “el misterio de la iniquidad,” así cuando ella sea destruída, la iniquidad que hasta ahora trabaja latentemente (en comparación) en ella, será revelada en el hombre de la iniquidad, la encarnación abierta de todo el mal anterior. Comp. el “misterio de Dios” y “piedad” 10:7; 1 Timoteo 3:16. Fué Roma quien crucificó a Cristo; quien destruyó a Jerusalén y esparció a los judíos; quien persiguió a los cristianos primitivos en los tiempos paganos; y probablemente será quien ha de ser restaurada a su grandeza prístina, tal como bajo los césares, un poco antes de la quema de la ramera y la suya propia conjuntamente. Así pensaba Hipólito, De Antichristo (del segundo siglo). El papismo no puede ser a la vez “el misterio de la iniquidad” y el anticristo manifestado o revelado. Probablemente, mediante el poder político (1 Timoteo 17:3) hará un compromiso con aquella parte del cristianismo aun de su credo, y preparará así el camino para la manifestación del anticristo. El nombre Babilonia, que en la imagen de Daniel 2 es dado a la cabeza, aquí se da a la ramera, lo que la relaciona con el cuarto reino, Roma, la última parte de la imagen. Benedicto XIII, en su proclamación de un jubileo, en el año 1725, llamó a Roma “la madre de todos los creyentes, y patrona de todas las iglesias” (rameras como ella misma). La correspondencia de sílabas y acentos en el griego llama la atención: he porne kai to therion; he numfe kai to arnion. La ramera y la bestia; la Novia y el Cordero. MADRE. etc.—No solamente Roma, sino toda la cristiandad, así como Israel antes como un todo, se ha hecho como ramera. La Iglesia invisible de los creyentes verdaderos está escondida y dispersa en la Iglesia visible. Los límites que separan a la ramera y a la mujer no son denominacionales ni se trazan objetivamente, sino que pueden discernirse sólo espiritualmente. Si Roma fuese la única sede de la Babilonia, se perdería para nosotros mucho del provecho espiritual del Apocalipsis; pero la ramera “está sentada sobre muchas aguas” (1 Timoteo 17:1) y TODAS las naciones “se han embriagado con … su fornicación” (1 Timoteo 17:2; 1 Timoteo 18:3; “la tierra,” 19:2). La extensión externa que cubre todo el mundo, y la conformidad interna al mismo mundo—la mundanalidad en extensión y en contenido—está simbolizada por el mundo de la ciudad mundial, “Babilonia”. Como el sol alumbra toda la tierra, así la mujer vestida del sol ha de hacer que su luz penetre hasta los confines de la tierra. Pero al cristianizar al mundo externamente, se ha dejado seducir por el mundo; de modo que su universalidad o catolicidad no es la de la Jerusalén que esperamos (“la MADRE de todos nosotros,” 21:2; Isaías 2:2; Gálatas 4:26), sino la de Babilonia, la ciudad mundial pero adulterina! (Como Babilonia fué destruída, y los judíos restaurados a Jerusalén por Ciro, así nuestro Ciro—nombre pérsico que significa sol, el Sol de justicia, traerá al Israel, literal y espiritual, a la santa Jerusalén, en su venida. Babilonia y Jerusalén son los dos polos opuestos del mundo espiritual.) Con todo, la Iglesia romanista no es sólo accidentalmente, ni como un hecho positivo, sino también en virtud de su propio PRINCIPIO, una ramera, la metrópoli de la fornicación, “la madre de las rameras;” mientras que la Iglesia protestante, de conformidad con su principio y credo fundamental, es mujer pura; la Reforma fué una protesta de la mujer en contra de la ramera. El espíritu mundano del pagano imperio romano, antes de la Reforma, había cambiado la Iglesia del Oeste en estado eclesiástico, y la del Este en Iglesia estatal, encadenada ésta por el poder mundano, con su sede en Bizancio; las iglesias romana y griega, pues, han caído de la invisible esencia espiritual del evangelio a los elementos del mundo. [Auberlen.] Compárese con la “mujer” aquí llamada “Babilonia,” la llamada “iniquidad,” “anarquía,” etc., Malaquías 5:7, Malaquías 5:11, llevada a Babilonia, comp. “el misterio de la iniquidad” y “el hombre de pecado,” “aquel inicio,” lit., “el anárquico” (2 Tesalonicenses 2:7; Mateo 24:12).
6. mártires—testigos. maravillado de grande admiración—Sustantivo y verbo de la misma raíz: hebraísmo común. Juan no tuvo admiración por la mujer: le causó sorpresa, consternación, espanto. En otras partes (Mateo 17:8; Mateo 13:3), todos los mundanos (“los que moran sobre la tierra”) admiran a la bestia. Juan se maravilla, no de la bestia, sino de la mujer hundida hasta ser ramera; la Iglesia apóstata amante de lo muadano, motiva su consternación y tristeza por tan funesto cambio. Que el mundo fuese bestial es natural, pero que la fiel esposa llegase a ser ramera es monstruoso, y produce en él la misma estupefacción que el mismo terrible cambio en Israel produjo en Isaías y Jeremías. “Corruptio optimi pessima,” cuando la Iglesia cae, se hunde más que el mundo impío, en la proporción en que su debido lugar es más alto que el del mundo. Es de notarse que en el 17:3 “mujer” no lleva el artículo, “la mujer,” como si hubiese sido mencionada antes: porque aunque es idéntica en un sentido, con la mujer del cap. 12, en otro no lo es. Los elegidos nunca degeneran en apóstatas, y aun permanecen como la veradera mujer invisiblemente contenida en la ramera; sin embargo, el cristianismo simbolizado por la mujer ha apostatado de su primera fe.
8. bestia … fue, y no es—(Comp. el 17:11.) El tiempo cuando la bestia “no es” es el tiempo cuando tiene “la herida mortal”: el período mientras la séptima cabeza se hace externamente cristiana, cuando su carácter de bestia queda temporariamente en suspensión. La curación de la herida corresponde a su ascenso desde el abismo. La bestia, o sea, el imperio mundial anticristiano, vuelve peor que nunca, con poderes satánicos del infierno (11:7), no meramente del mar de naciones convulsas (13:1). La civilización cristiana sólo da a la bestia una herida temporaria, por lo tanto siempre se menciona la herida de muerte con la curación de la misma, la no existencia de la bestia en conexión con su reaparición; y Daniel no nota cambio alguno efectuado en la bestia por el cristianismo. Peligramos, por una parte, por el cristianismo espurio de la ramera, y de la otra por el abierto anticristianismo de la bestia: la tercera clase es “la pequeña manada” de Cristo. ha de subir—A e Ireneo dicen “va.” a perdición—La continuación de esta séptima (eso es, la octava) cabeza es breve: por tanto se llama “hijo de perdición,” que está virtualmente condenado a la perdición en el momento en que él aparezca. nombres—Así la Vulgata y Andreas; pero A, B, la Siríaca y la Cóptica dicen “nombre.” escritos en—Griego, “sobre.” era y no es, aunque es—A, B y Andreas dicen: “… y estará presente” (Griego kai parestai). El tetragrámaton hebreo, las cuatro letras sagradas de Jehová, “que es, que era, y que ha de venir,” objeto de adoración del creyente, tiene su contraste análogo en la bestia “que era, y no es, y ha de estar,” adorado en el culto terrenal. [Bengel.] Se gozan y se admiran viendo que la bestia que parece haber recibido el golpe mortal del cristianismo, está en vísperas de la resurrección con mayor poder que nunca sobre las ruinas de aquella religión que los atormentaba (11:10).
9. Comp. 13:18; Daniel 12:10, donde se expone necesidad similar de discernimiento para comprender la profecía simbólica. siete cabezas son siete montes—La relación entre montes y reyes debe ser más profunda que el mero hecho obvio a que se hace alusión incidental, de que Roma (la entonces ciudad imperial) está sobre siete colinas (por lo que la ciudad pagana tenía una fiesta nacional llamada Septimontium, la fiesta de la ciudad de siete montes [Plutarco]; y en las monedas imperiales está representada, como aquí, por una mujer sentada sobre siete montes. Moneda de Vespasiano, descrita por el capitán Smith, Monedas Romanas, pág. 310; Ackermann, 1. pág. 87.) Las siete cabezas apenas pueden ser a la vez siete reyes o reinos (Daniel 17:10), y siete montañas geográficas. La verdadera relación es que como la cabeza es la parte prominente del cuerpo, así la montaña lo es de la región. Como “mar,” “tierra,” “aguas,” y “pueblos” (Daniel 17:15), así “montañas” tiene un sentido simbólico, a saber, prominentes sedes de poder. Especialmente aquellas que son notables estorbos a la causa de Dios (Salmo 68:16; Isaías 40:4; Isaías 41:15; Isaías 49:11; Ezequiel 35:2); Babilonia en especial (geográficamente en la llanura, pero espiritualmente llamada montaña destructora, Jeremias 51:25), en contraste majestuoso con los cuales está el monte Sión, “el monte de la casa de Dios” (Isaías 2:2), y el monte celestial; Isaías 21:10, “un grande y alto monte … y aquella grande ciudad, la santa Jerusalén.” Así en Daniel 2:35, la piedra se transforma en monte—el reino universal que suplanta los previos imperios mundiales. Como la naturaleza prefigura las grandes realidades del mundo espiritual, así la Roma septimontana es representativa del imperio mundial de siete cabezas, del cual el dragón ha sido y es el príncipe. Los “siete” reyes en esto se distinguen de “los diez reyes” (Daniel 17:12): aquéllos son lo que éstos no son, “montes”, grandes centros del poder mundial. Las siete monarquías universales antidivinas son Egipto (el primer imperio mundial que se opuso al pueblo de Dios), Asiria, Babilonia, Grecia, Medopersia, Roma, el imperio Germano-eslavo (el barro cocido del cuarto reino mezclado con su hierro en la imagen de Nabucodonosor, una quinta materia, Daniel 2:33, Daniel 2:42, que simboliza la última cabeza). Estas siete acaso aparecen no corresponder a las siete cabezas de Daniel 7:4, una cabeza en la primera bestia (Babilonia), una en la segunda (Medopersia), cuatro en la tercera (Grecia: 1. Egipto, 2. Siria, 3. Tracia con Bitinia, 4. Grecia con Macedonia): pero Egipto y Grecia están en ambas listas. Siria corresponde a Asiria (abreviatura del mismo nombre), y Tracia con Bitinia corresponde a las hordas gótico germano eslavas que, descendiendo sobre Roma desde el norte, fundaron el imperio germano esclavo. La mujer sentada sobre los siete montes denota la Iglesia del Antiguo y Nuevo Testamentos, que se conforma con el poder mundial y se apoya en el mismo, es decir, en todos los siete imperios. Abrahán e Isaac, disimulando respecto a sus mujeres por temor de los reyes de Egipto, prefiguran esto. Véase Ezequiel 16 y 23 sobre las fornicaciones de Israel con Egipto, Asiria y Babilonia: y Mateo 7:24; Mateo 24:10, Mateo 24:23, sobre las características de la infidelidad de la Iglesia del Nuevo Testamento, a saber, desconfianza, sospecha, odio, traición, disensiones, herejías.
10. son caídos—No es que la forma de gobierno deje de existir, sino la caída de aquellos cinco imperios poderosos: Egipto (Ezequiel 29 y 30), Asiria y Nínive (Nahúm 3:1), Babilonia (Nahúm 18:2; Jeremias 50 y 51), Medopersia (Daniel 8:3, Daniel 8:20; Daniel 10:13; Daniel 11:2), Grecia (Daniel 11:4). Roma era “el uno” que existía en los días de Juan. “Reyes” es la frase escrituraria que expresa reinos, porque estos reinos son comúnmente representados en carácter por alguna cabeza prominente, como Babilonia por Nabucodonosor, Medopersia por Ciro, Grecia por Alejandro, etc. el otro aun no es venido—No como Alford, representando erróneamente a Auberlen, el imperio cristiano que principia con Constantino; sino, el imperio germano eslavo, que principia y continúa en su carácter de bestia, eso es, pagano y anticristiano, sólo por “breve tiempo.” El tiempo cuando se dice que “no es,” es el tiempo cuando fué herida de muerte y mientras tenía la “herida mortal” (Daniel 17:11; Daniel 13:3). La cristianización externa de las hordas inmigrantes del norte que descendieron sobre Roma, es la herida que recibe la bestia, la que corresponde a la absorción hecha por la tierra, del río de agua (tribus paganas) enviado por el dragón, Satanás, para ahogar a la mujer, la Iglesia. El énfasis palpable está en “breve tiempo,” que viene primero en el griego; no en la palabra “dure.” El tiempo de la cristianización externa del mundo (mientras continúa la herida de la bestia) ha durado ya como catorce siglos, desde Constantino. Roma y la Iglesia Griega han curado parcialmente la herida con el culto a las imágenes.
11. bestia que … no es—Su carácter “bestial” queda disimulado por la cristianización externa del estado hasta que se reavive como “el octavo” rey, su herida ya curada (Daniel 13:3), el anticristo manifestado en su plena y más intensa oposición a Dios. El griego es enfático: “el mismo octavo es:” peculiar y preeminentemente: correspondiente al “pequeño cuerno” con ojos de hombre, y boca que hablaba grandezas, delante del cual tres de los diez cuernos son desarraigados, y al cual todos los diez “dan su potencia y autoridad” (Daniel 17:12, Daniel 17:17). Que un anticristo personal dirija el reino anticristiano es probable por la analogía de Antíoco Epifanes, al anticristo del Antiguo Testamento, “el pequeño cuerno” de Daniel 8:9; también “el hombre de pecado, hijo de perdición” (2 Tesalonicenses 2:3), corresponde aquí a “va a perdición,” y se aplica a un individuo, a saber, Judas, en el único otro texto donde la frase ocurre (Juan 17:12). El es esencialmente un hijo de destrucción, y por tanto no tiene sino poco tiempo de haber ascendido del abismo, cuando “va a perdición” (Juan 17:8, Juan 17:11). “Mientras que la Iglesia pasa por la muerte de la carne a la gloria del Espíritu, la bestia pasa por la gloria de la carne a la muerte.” [Auberlen.] es de los siete—mejor “surge de los siete.” El octavo no es meramente uno de los siete, restaurado, sino que es un nuevo poder o persona que procede de los siete, y al mismo tiempo encarna todos los rasgos antidivinos de los siete anteriores concentrados y consumados; por la cual razón se dice que no son ocho, sino sólo siete cabezas, porque la octava es toda la encarnación de todas las siete. En los dolores da parto que preparan “la regeneración” hay guerras, terremotos, y convulsiones [Auberlen], en medio de los cuales el anticristo surge (del “mar”,Juan 13:1; Marco 13:8; Lucas 21:9). No cae como los otros siete (Lucas 17:10), sino que es destruído, yendo a su propia perdición, por el Señor en persona.
12. aun no han recibido … como reyes con la bestia—Por lo que, con el 17:14, 16, deben ser contemporáneos con la bestia en su última u octava forma, a saber, el anticristo. Daniel 2:34, Daniel 2:44 : “la piedra hirió a la imagen en los pies,” eso es, en los diez dedos, interpretados como reyes (Daniel 2:41). Los diez reinos no son, pues, diez que surgieron con la derrota de la Roma pagana; sino que han de surgir en la última época del cuarto reino bajo la octava cabeza. Estoy de acuerdo con Alford en que la frase “como reyes” denota que ellos retienen sus derechos reales en su alianza con la bestia, en la cual “dan su potencia y autoridad a la bestia” (Daniel 17:13). Ellos tienen el nombre de reyes, pero no el poder indiviso real. [Wordsworth.] Véase la interpretación no tan probable de Auberlen, Nota,Daniel 17:3. una hora—un plazo determinado de poca duración, durante el cual “el diablo ha bajo a los habitantes de la tierra y de la mar, teniendo grande ira, porque sabe que no tiene sino poco tiempo.” Probablemente los tres años y medio (Daniel 11:2; Daniel 18:5). El anticristo está en existencia desde mucho antes de la caída de Babilonia; pero es sólo a la caída de la misma cuando recibe el vasallaje de los diez reyes. El, en primer término, se impone a los judíos como el Mesías, viniendo en su propio nombre; luego persigue a los que rechazan sus blasfemas pretensiones. No antes de la sexta copa, en la última parte de su reino, se asocia con los diez reyes en le guerra contra el Cordero, habiéndolos ganado para sí con la ayuda de los demonios y con las señales milagrosas de ellos. Su relación con Israel aparece en el sentarse él “en el templo de Dios” (2 Tesalonicenses 2:4), y como la antitípica “abominación de desolación que está en el lugar santo” (Daniel 9:27; Daniel 12:11; Mateo 24:15), y “en la ciudad donde fué crucificado nuestro Señor” (Mateo 11:8). Es notable el que Ireneo, Hereses 5:25, y San Cirilo de Jerusalén (Rufino, Hist., 10:37), profetizaron que el anticristo tendría su sede en Jerusalén, y restauraría el reino de los judíos. Juliano el apóstata, mucho después, tomó la parte de los judíos y les ayudó en la edificación de su templo, siendo así precursor del anticristo.
13. un consejo—una sola mente, o sentimiento. darán—Así la Cóptica; pero A, B, y la Siríaca dicen “dan.” autoridad—Se hacen aliados dependientes de él (17:14), Así el anticristo se constituye en Rey de reyes, pero no bien se arroga el título aparece el verdadero REY DE REYES y lo entrega en un momento a la destrucción.
14. pelearán contra el Cordero—en liga con la bestia. Esta es una anticipación sumaria del 19:19. Esto no se lleva a cabo sino después que hayan ejecutado juicio sobre la ramera (17:15, 16). Señor de señores—anticipando el 19:16. son llamados—Son no está en el griego: tradϊzcase: “y (los vencerán) los que están con él llamados, elegidos y fieles.” Estos han estado con Cristo es el cielo, invisibles, pero ahora aparecen con él.
15. (17:1; Isaías 8:7.) Una parodia impía de Jehová que “se sienta sobre las aguas.” [Alford.] También, contrástese “las muchas aguas,” 19:6, “Aleluya.” pueblos—lo que marca la universalidad de la fornicación espiritual de la Iglesia. Las “lenguas” nos recuerdan la Babel original, la confusión de las lenguas, el principio de la Babilonia, y el primer comienzo de la apostasía idolátrica después del diluvio, como la torre fué dedicada sin duda a los cielos deificados. De modo que Babilonia es el nombre apropiado de la ramera. El papa, como el principal representativo de la ramera, se arroga la doble supremacía sobre todos los pueblos, tipificada en las “dos espadas” según la interpretación de Bonifacio VIII en la Bula, “Unam Sanctam,” y representada por las dos llaves, a saber, la espiritual como obispo universal, por lo cual se le corona con la mitra; y la temporal, por lo cual es coronado también con la tiara en señal de su supremacía imperial. Contrástese con las diademas del papa, las “muchas diademas” de aquel único que tiene el derecho a este doble dominio y ha de ejercerlo cuando venga (19:12).
16. viste en la bestia—A, B, la Vulgata y la Siríaca dicen: “… y la bestia.” la harán desolada—después de haberla depuesto de su asiento sobre la bestia (17:2). desnuda—desvestida de todo su atavío (17:4). Como Jerusalén usó del poder imperial para crucificar a su Salvador, y después fué destruída por ese mismo poder, Roma; así la Iglesia, habiendo apostatado al mundo, recibirá el juicio que le ha sido impuesto primero, por el poder imperial, la bestia y sus aliados; éstos a su vez recibirán el juicio ejecutado sobre ellos por Cristo mismo en persona. Así Israel, que se apoyó en Egipto, la caña cascada, fué traspasado por la caña, y luego Egipto fué castigado. Así las fornicaciones de Israel con Asiria y Babilonia fueron castigadas por el cautiverio asirio y el babilónico. De la misma manera, la Iglesia, cuando se vuelve infiel tras el mundo como si el mundo fuese la realidad, dejando de testificar en contra de la apostasía del mundo, ella traiciona su profesión; no siendo ya una realidad sino un fraude, la Iglesia es justamente juzgada por aquel mundo que la había usado para sus propias finalidades, que siempre había “odiado” dicha religión mundana, y ya no tiene necesidad de la ayuda de la Iglesia. comerán sus carnes—sus posesiones carnales, lo que sugiere la plenitud de la carnalidad en que la Iglesia se ha sumido. El juicio de la ramera se describe otra vez en 18:1; 19:5, primero por un ángel que tiene “grande potencia” (18:1), luego por “otra voz del cielo” (18:4-20), y después por “un ángel fuerte” (18:21-24). Véase Ezequiel 16:37, dicho referente a Israel, pero aplicable además a la Iglesia del Nuevo Testamento, cuando haya caído en la fornicación espiritual. Sobre la frase “comer sus carnes”, la depredación de propiedad personal y la injuria del carácter y persona, Salmo 14:4; Salmo 27:2; Jeremias 10:25; Miqueas 3:3. El edicto del primer Napoleón, promulgado en Roma en 1809 mediante el cual se confiscaron los dominios papales y se los unió a Francia, y la separación reciente (año 1859) de grandes extensiones del territorio del papa y su unión a los dominios del rey de Italia, virtualmente por medio de Luis Napoleón, es la primera parte en el cumplimiento completo de la profecía acerca de la destrucción de la ramera. “Sus carnes” parece señalar sus dignidades temporales, como distintas de su persona. ¡Qué notable retribución, el que habiendo recibido sus primeros dominios, el exarcado de Ravena, el reino de los lombardos, y el estado de Roma, con reconocer al usurpador Pipino por rey legítimo de Francia: ella fuera privada de sus dominios por otro usurpador de Francia, la dinastía napoleónica! quemarán con fuego—el castigo legal de una abominable fornicación.
17. ha puesto—el pasado profético por el futuro. lo que le plugo—Griego, “la mente (voluntad, parecer,) de él.” ponerse de acuerdo—Griego, “hacer un solo propósito” (parecer). A y la Vulgata omiten esta frase; B la incluye. las palabras de Dios—que predijeron el ascenso y la caída de la bestia; el griego hoi logoi (según A, B, y Andreas), no meramente los vocablos pronunciados (ta reema), sino las palabras eficaces del que es el Verbo (Griego, logos). cumplidas—(Miqueas 10:7.)
18. tiene reino—“autoridad real sobre los reyes.” La ramera no puede ser literalmente una mera ciudad, pero así se llama en sentido espiritual (Miqueas 11:8). Tampoco puede la bestia representar un poder espiritual, sino un poder mundano. Aquí se nos presenta a la bestia lista para el juicio. En el capítulo siguiente se dan los detalles.