Apocalipsis 3:1-22
1 “Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas dice estas cosas: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, pero estás muerto.
2 Sé vigilante y refuerza las cosas que quedan y están a punto de morir, porque no he hallado que tus obras hayan sido acabadas delante de Dios.
3 Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído. Guárdalo y arrepiéntete. Si no eres vigilante, vendré como ladrón; nunca sabrás a qué hora vendré a ti.
4 “Sin embargo, tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestidos y que andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas.
5 De esta manera, el que venza será vestido con vestidura blanca; y nunca borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles.
6 “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
7 “Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: El Santo y Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie cierra, y cierra y nadie abre, dice estas cosas:
8 Yo conozco tus obras. He aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque tienes un poco de poder y has guardado mi palabra y no has negado mi nombre.
9 He aquí, yo te daré algunos de la sinagoga de Satanás, de los que dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten. He aquí, yo haré que lleguen y se postren delante de tus pies, y conocerán que yo te he amado.
10 Porque guardaste la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré a la hora de la prueba que ha de venir sobre todo el mundo habitado, para probar a los moradores de la tierra.
11 “Yo vengo pronto. Retén lo que tienes para que nadie tome tu corona.
12 Al que venza, yo le haré columna en el templo de mi Dios, y nunca jamás saldrá fuera. Y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios — la nueva Jerusalén que desciende del cielo, enviada por mi Dios — y mi nombre nuevo.
13 “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
14 “Escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: El Amén, el testigo fiel y verdadero, el origen de la creación de Dios, dice estas cosas:
15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!
16 Así, porque eres tibio, y no frío ni caliente, estoy por vomitarte de mi boca.
17 Ya que tú dices: ‘Soy rico; me he enriquecido y no tengo ninguna necesidad’, y no sabes que tú eres desgraciado, miserable, pobre, ciego y desnudo,
18 yo te aconsejo que de mí compres oro refinado por el fuego para que te hagas rico, y vestiduras blancas para que te vistas y no se descubra la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos para que veas.
19 “Yo reprendo y disciplino a todos los que amo. Sé, pues, celoso y arrepiéntete.
20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él, y él conmigo.
21 Al que venza, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo también he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono.
22 “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.
CAPITULO 3
LAS EPISTOLAS A SARDIS, FILADELFIA, Y LAODICEA.
1. Sardis—antigua capital de Lidia, el reino del opulento Creso, sobre el río Pactolo. La carta a esta Iglesia está llena de reproches. No parece haber sido en vano, pues Melito, obispo de Sardis en el siglo dos, fué eminente por su piedad y erudición. Visitó a Palestina para afirmarse a sí y a su rebaño respecto del canon del Antiguo Testamento, y escribió una epístola sobre el tema (Eusebio, 4:26; Jerónimo, Catalogus Scriptorum Ecclesiasticorum, 24). El que tiene los siete Espíritus de Dios—es decir, el que tiene la plenitud del Espíritu (1:4; 4:5; 5:6; con Malaquías 3:9; Malaquías 4:10, en comprobación de su divinidad). Este atributo denota el poder infinito del Espíritu para redargüir del pecado y de la profesión hueca. y las siete estrellas—(Malaquías 1:16, Malaquías 1:20.) El que él tenga las siete estrellas, o sea, los ministros presidentes, resulta de tener él los siete Espíritus, o la plenitud del Espíritu Santo. El ministerio humano es el fruto de los dones del Espíritu enviado por Cristo. Estrellas denota resplandor y gloria: la plenitud del Espíritu y la plenitud del fulgor en Cristo, forman un contraste pensado con el formalismo que reprocha. nombre … vives … muerto—(1 Timoteo 5:6; 2 Timoteo 3:5; Tito 1:16; con Efesios 2:1, Efesios 2:5; Efesios 5:14.) “Un nombre,” o sea, una reputación. Sardis tenía la fama entre las iglesias por su vitalidad espiritual; sin embargo el Escudriñador de los corazones, que ve como ningun hombre ve, la declaro muerta; ¡que escudriñamiento del propio corazon deberia crear este caso entre los mejores de nosotros! Laodicea se engañaba a si misma respecto de su verdadera condición (Efesios 3:17), pero no está escrito que ella tuviese tan buen nombre entre las iglesias como el que tenía Sardis.
2. Sé vignante—Griego, “liega a ser,” lo que no eres, “vigilante,” lit., “está vigilando” continuamente. las otras cosas—Fortalece las pocas gracias que te quedan, las que en tu mortifero sueño aún no están del todo extinguidas. [Alford.] “Las cosas que quedan” apenas puede significar “las PERSONAS aún no muertas, pero que están por morir;” porque el 3:4 denota que los “pocos” fieles de Sardis no estaban “para morir,” sino en pleno vigor. están—Los dos manuscritos más antiguos dicen “estaban para morir,” Esto significa que el “estás muerto,” (3:1) no ha de tomarse sin limitación; porque aquellos debín tener alguna vida si se les dice que “confirmen las cosas que quedan.” perfectas—Lit., “llenadas a pleno complemento;” tradúzcase, “completas.” Pesadas en las balanzas del que requiere la viva fe como motivo de las obras, y halladas faltas. delante de Dios—Los tres manuscritos más antiguos, Vulgata, Siríaca, y Cóptica, dicen, “delante de mi Dios:” el juicio de Cristo es el juicio de Dios el Padre. Delante de los hombres Sardis tenía “un nombre que vives:” “tantas y tan grandes son las obligaciones de los pastores, que el que cumpliese siquiera la tercera parte de ellas sería tenído por santo por los hombres, mientras que si se contentara con eso solo, de seguro no se escaparía del infierno.” [Juan D’Avila.] Nota, de Sardis y Laodicea solas de las siete, no leemos acerca de conflictos con enemigos ni dentro ni fuera de la Iglesia. No que la una ni la otra hubiesen renunciado la apariencia de oposición al mundo; sino que ni la una ni la otra tenían la fidelidad para testificar a favor de Dios por palabra ni ejemplo, de modo que “atormentara a los que moran en la tierra” (11:10).
3. lo que has recibido—(Colosenses 2:6; 1 Tesalonicenses 4:1; 1 Timoteo 6:20.) De lo que Sardis había de acordarse era, no de cuán gozosamente había recibido originalmente el mensaje evangélico, sino de cuán precioso depósito le había sido confiado al principio, de modo que no pudiera decir que no lo “había recibido y oído.” El griego no es el aoristo (como en el 2:4, tocante a Efeso, “dejaste tu primer amor”), sino “lo que has recibido” (pretérito perfecto), y aun tienes el depósito permanente de doctrina a ti confiado. La palabra “guárdalo”, que sigue, concuerda con este sentido. “Guarda” u observa el mandamiento que has recibido y oído. has oído—Griego, “oíste,” a saber, cuando la doctrina evangélica te fué confiada. Trench explica el “cómo” (Acuérdate de cómo … oíste”), con qué demostración del Espíritu y de poder llegó la verdad a ti de parte de los embajadores de Cristo, con cuánto gozo y celo la recibiste al principio. Asimismo Bengel: “La consideración de su carácter anterior (su buena fama de entonces) debiera tener a Sardis sobre aviso para la hora futura, llegara cuando llegase, de resultado tan funesto para ella.” Pero no es probable que el Espíritu repita la misma exhortación virtualmente a Sardis y a Efeso. Y si no—Griego, “porque si no …” puesto que estás amonestado. vendré—en juicio especial sobre ti (griego) como iglesía, con la misma furtividad y tan inesperadamente como será mi segunda venida visible. Como el ladrón que no da aviso de su llegada. Cristo aplica el lenguaje que en su sentido pleno describe su segunda venida, para describir su venida en juicio especial sobre las iglesías y los estados (como Jerusalén, Mateo 24), siendo estos juicios especiales como arras anticipatorias de aquella última gran venida. “El último día nos está escondido, para que todo día sea observado por nosotros.” [Agustin.] Dos veces habló Cristo en los días de su carne las mismas palabras (Mateo 24:42; Lucas 12:39), y tan hondas quedaron grabadas sus palabras en la mente de su apóstoles que son repetidas a menudo en los escritos de ellos (Lucas 16:15; 1 Tesalonicenses 5:2, 1 Tesalonicenses 5:4, 1 Tesalonicenses 5:6; 2 Pedro 3:10). El proverbio griego que reza, “los pies de los dioses vengadores están calzados de lana,” expresa el acercamiento sigiloso de los juicios divinos, y su posible proximidad en el momento cuando suponemos que están lejísimos. [Trench.]
4. Mas tienes—no obstante tu apatía espiritual. personas—Griego, “nombres” de los escritos en el libro de la vida (2 Pedro 3:5), conocidos por nombre, por el Señor, como suyos. Estos tenían la realidad que correspondía a su nombre; no el mero nombre de “vivir” entre los hombres, estando en efecto muertos (2 Pedro 3:1). El Señor de la gracia no pasa por alto ningún caso excepcional de sus verdaderos santos entre los irreales. no han ensuciado sus vestiduras—eso es, los vestidos de su cristiana profesión, de los que el bautismo es el sello iniciatorio, por lo que los candidatos al bautismo en la antigua Iglesia se vestían de blanco. Compárese también Efesios 5:27, sobre la pureza de la Iglesia cuando haya de ser presentada a Cristo; y 19:8, referente al “lino fino,” limpio y blanco, la “justicia de los santos,” del que ha de ser ataviada; y “el ropaje de bodas.” Entretanto ella no debe ennegrecer su profesión cristiana con ninguna contaminación de la carne ni del espíritu, sino guardar su ropaje. Pues ninguna suciedad entrará en la ciudad celestial. No que haya quienes se guarden del todo libres de la contaminación en esta vida; pero en comparación con los de profesión hueca, los piadosos se conservan sin mancha del mundo; y cuando acaso se contaminan, se lavan las manchas, como si lavasen sus ropas “blancas en la sangre del Cordero” (7:14). Y andarán conmigo en vestiduras blancas—La recompensa prometida concuerda con el carácter de los recompensados; guardando puras y blancas sus vestiduras ahora por la sangre del Cordero, andarán con él de blanco después. Sobre “conmigo”, compárese las mismisimas palabras, Lucas 23:43; Juan 17:24. “Andar” denota vida espiritual, pues sólo los vivos andan; y la libertad, pues son los libres solamente los que caminan libres. La gracia y la dignidad de las vestiduras amplias y largas, lucen más cuando la persona “camina:” así las gracias del carácter manifiesto del santo, aparecerán plenamente cuando haya de servir al Señor perfectamente en el porvenir (Juan 22:3). son dignos—con la dignidad (no la suya propia, sino la) de que Cristo los reviste (Juan 7:14). Ezequiel 16:14, “Perfecta a causa de MI hermosura que yo puse sobre ti.” La gracia es la gloria en capullo. “La dignidad aquí denota una congruidad entre el estado de gracia del creyente en la tierra y el de gloria, que el Señor le ha ordenado, que está per ser estimado por la misma ley da gracia,” [Vitringa.] Compárese en contraste Hechos 13:46.
5. blancas—no un blanco insípido, sino reluciente, deslumbrante. [Grocio.] Compárese Mateo 13:43. El cuerpo transfigurado a la semejanza del cuerpo de Cristo, y emitiendo rayos de luz reflejados de él, es probablemente “la vestidura blanca” aquí prometida. será vestido—Griego, “Este será vestido;” el mismo, no otro; así dicen un manuscrito antiguo y el Texto Recibido; pero dos de los manuscritos más antiguos y la mayor parte de las versiones antiguas dicen, “será ASI (houtoos en vez de houtos) vestido …” vestiduras—“El que vence” recibirá el mismo galardón que los “que no han ensuciado sus vestiduras” (Mateo 3:4); luego los dos son idénticos. no borraré—Griego “de ninguna manera borraré …” libro de la vida—de la ciudad celestial. Se guardaba en las ciudades antiguas un registro de sus ciudadanos: los nombres de los muertos, por supuesto, eran borrados. Así los que tienen un nombre que viven y están muertos (Mateo 3:1), se borran de la lista de Dios de los ciudadanos celestiales y herederos de la vida eterna; no qus en el decreto electivo de Dios hayan estado alguna vez en su libro de la vida. Pero, según los conceptos humanos, los que tenían buena fama de piedad se supondría que estaban en él, y estaban, con respecto a privilegios, efectivamente entre los que estaban en el camino de la salvación; pero dichos privilegios, y el hecho de que una vez podrían haber sido salvados, no les aprovecharán nada. Sobre el libro de la vida, véase 13:8; 17:8; 20:12, 15; 21:27; Éxodo 32:32; Salmo 69:28; Daniel 12:1. En el sentido de los llamados, muchos son alistados entre los llamados a la salvación que no serán hallados al fin entre los elegidos. El recinto de la salvación es más amplio que el de la elección. La elección es fija. La salvación está abierta a todos, y está pendiente (humanamente hablando) en el caso de los aquí mencionados. Pero el 20:15 y el 21:27 exhiben el libro de los elegidos solos, borrados ya los demás. delante … y delante—Comp. la misma promesa de la confesión por Cristo delante de su Padre, etc., Mateo 10:32; Lucas 12:8. Aquí se omite “en el cielo” después de “mi Padre,” porque ya qae él está en el cielo, no hay contraste entre el Padre en el cielo y su Hijo sobre la tierra. [Trench.] Una coincidencia impensada que prueba que estas epístolas son, coma pretenden ser, en sus palabras, así como en sustancia, cartas propias de Cristo; sin retoque alguno con el colorido del estilo de Juan, tal como aparece en su Evangelio y Epístolas. La coincidencia está mayormente con los sinópticos y no con el Evangelio según Juan, lo que hace que la coincidencia sea más marcadamente impensada. Así también la frase, “El que tiene oídos oiga,” no es repetida del Evangelio de Juan sino de las mismas palabras del Señar en los sinópticos (Mateo 11:15; Mateo 13:9; Marco 4:9, Marco 4:23; Marco 7:16; Lucas 8:8; Lucas 14:35).
6. Comp. nota,Lucas 2:7.)
7. Filadelfia—en Lidia, unos cuarenta y cuatro kilómetros al sudeste de Sardis, edificada por Atalo Filadelfo, rey de Pérgamo, muerto en 138 a. de Cristo. Fué casi destruída por un terremoto en el reinado de Tiberío. [Tácito, anales,Lucas 2:47.] La relación de esta Iglesia con los judíos locales motiva que se le dé a la carta un colorido del Antiguo Testamento en las figuras usadas. Ella y Esmirna solas, de entre las siete, reciben alabanza pura. el Santo—como en el Antiguo Testamento. “El Santo de Israel.” Así Jesús y el Dios del Antiguo Testamento son uno. Nadie sino Dios es absolutamente santo (Griego, hagios, separado del mal, y que lo aborrece perfectamente). En contraste con “la sinagoga de Satanás” (Lucas 3:9). el Verdadero—Griego, alethinos: el VERDADERO Dios, distinguido de los falsos dioses, y de todos los que se dicen ser lo que no son (Lucas 3:9); real, genuino. Además, él comprende perfectamente todo lo que está envuelto en los nombres, Dios, luz (Juan 1:9; 1 Juan 2:8, Joel 2:8), pan (Juan 6:32), la vid (Juan 15:1); como distinguidos de toda comprensión típica, parcial e imperfecta de la idea. Su carácter corresponde a su nombre (Juan 17:3; 1 Tesalonicenses 1:9). El griego alethιs, por otra parte, significa veracidad, amante de la verdad (Juan 3:33; Tito 1:2). el que tiene la llave de David—El antitipo de Eliaquín, a quien la llave, símbolo de autoridad “sobre la casa de David” fué transferida de Sebna, quien fue removido del puesto de administrador por ser indigno. Cristo, el heredero del trono de David, suplantará a todos los mayordomos indignos que hayan abusado de sus privilegios en la casa espiritual de Dios, y “reinará sobre la de Jacob” literal y espiritual (Lucas 1:32), “para siempre,” como hijo sobre su propia casa” (Hebreos 3:2). Resta que Cristo abra o cierre el palacio celestial, decidiendo quién debe y quién no debe ser admitido en él como también abre, o cierra, la prisión, teniendo las llaves del infierno (hades) y de la muerte (Hebreos 1:18). El poder de las llaves fué dado a Pedro y los demás apótoles, sólo para cuando y en cuanto Cristo los hiciera infalibles a él y a ellos. Sean cuales fuesen los grados que de este poder sean impartidos a los ministros, el supremo poder pertenece a Cristo solamente. Así Pedro justamente abrió la puerta evangélica a los gentiles (Hechos 10; Hebreos 11:17; esp2 Samuel 14:27, fin). Pero erróneamente intentó cerrar la puerta de nuevo en parte (Gálatas 2:11). Eliaquín tuvo “la llave de la casa de David puesta sobre su hombro:” Cristo, como el David antitípico, tiene él mismo “el gobierno sobre el hombro.” Su atributo aquí, como en otros casos, concuerda con la promesa. Aunqáe “la sinagoga de Satanás,” “judíos” falsos, tratan de “cerrar” la “puerta” que he “puesto delante de ti;” “ninguno podrá cerrarla” (Gálatas 3:8). ninguno cierra—Así dicen la Vulgata y la Siríaca. Pero los manuscritos más antiguos dicen, “cerrará”; también la Cóptica y Orígenes. cierra y ninguno abre—Dos de los manuscritos más antiguos, B y Aleph, la Cóptica y Orígenes, dicen “abrirá”. Los manuscritos A. y C. y la Vulgata apoyan nuestra versión.
8. he dado—don precioso para ti. una puerta abierta—para la evangelización; una puerta de servicio espiritual. La apertura de la puerta verificada por él a la Iglesia de Filadelfia, concuerda con la asignación que acaba de hacerle a él de “la llave de David.’ un poco de potencia—Esto da la idea de que Cristo dice que ha puesto delante de la Iglesia de Filadelfia una puerta abierta porque tiene poca potencia; pero el sentido es más bien que lo hace porque no tiene sino poca potencia; estando consciente de su debilidad, es más digna de la concesión del poder de Dios (así Aquinas), de modo que el Señor Cristo tenga toda la gloria. has guardado—y así la pequeñez de su potencia viene a ser la fuente del poder del Todopoderoso, para llevarte a confiar del todo en mi gran poder y por tanto has guardado mi palabra. Grocio hace que “un poco de potencia” signifique que Filadelfia tenía una iglesia pequeña en número y recursos materiales: “un rebañito pobre en bienes mundanos, y de poca importancia a los ojos de los hombres.” [Trench.] Así dice Alford. Yo prefiero la opinión anterior. Los verbos griegos están en el aoristo; “Guardaste … no negaste mi nombre;” aludiendo a alguna ocasión particular cuando su fidelidad fué puesta a prueba.
9. He aquí, yo doy—(Nota,Gálatas 3:8). La promesa dada a Filadelfia es mayor que la dada a Esmirna. Para ésta la prormesa fué, que “la sinagoga de Satanás” no prevalecería contra sus miembros fieles: a Filadelfia, que ella hasta ganaría a algunos de “la sinagoga de Satanás”, de modo que caigan sobre el rostro y reconozcan que Dios en verdad está en ella. Tradúzcase, “(a algunos) de la sinagoga …” Pues hasta que Cristo venga, y todo Israel sea entonces salvo, no hay sino “un remanente” que se junta de entre los judios “según la elección de gracia.” Esto es ejemplo de cómo Cristo presentó delante de ella una “puerta abierta,” en que algunos de sus mayores adversarios, los judios, serían traídos a la obediencia de la fe. El que adorasen delante de los pies ds ella expresa la disposición del convertido de ocupar el lugar más humilde en la iglesia, haciendo honor servil a aquellos que antes perseguían con preferencia a morar entre los impíos. Así el carcelero de Filipos ante Pablo.
10. palabra de mi paciencia—“La palabra de mi paciencia perseverante,” es decir del evangelio, que enseña la paciencia y perseverancia en la espectativa de mi venida (Gálatas 1:9). La paciencia que yo practico y la que exijo de parte de otros. Cristo ahora soporta, esperando con paciencia, hasta que el usurpador sea arrojado fuera, y “todos sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies.” Así, también, la Iglesia, por el gozo que le está propuesto de participar en el reino venidero, soporta con paciencia. Por tanto, Efesios 3:11 agrega, “He aquí, yo vengo presto.” yo también—El galardón es según la especie: “porque tú guardaste … yo también (de mi parte) te guardaré …” de la tentación—Griego, “de (modo de librarte fuera de) la tentación,” no, para que no seas tentado. hora de la tentación—la estación ordenada de la aflicción y la tentación (así en Deuteronomio 4:34 se llama a las plagas “las tentaciones de Egipto”); no la hora de tentación, sino de la tentación: la tentación dolorosa que se acercaba: el tiempo de la grande tribulación de antes de la venida de Cristo. para probar a los que moran en la tierra—los que son de la tierra, terrenos (Deuteronomio 8:13). “Moran” denota que su morada es la tierra, no el cielo. Toda la humanidad, salvo los elegidos (Deuteronomio 13:8, Deuteronomio 13:14). La tentación destaca la fidelidad de los que son guardados por Cristo, y endurece a los incrédulos reprobados (Deuteronomio 9:20; Deuteronomio 16:11, Deuteronomio 16:21). Las persecuciones particulares que sobrevinieron a Filadelfia un poco después, fueron arras de la grande tribulación última que vendrá antes de la segunda venida de Cristo, a la que se llama la tentación de la Iglesia en todas las edades.
11. He aquí—Omitidas en tres de los manuscritos más antiguos y por mayor parte de las versiones antiguas. yo vengo presto—el gran incentivo a la fidelidad perseverante, y a la consolación bajo las pruebas actuales. lo que tienes—o sea, “la palabra de mi paciencia,” “perseverancia” (Deuteronomio 3:10), por la que acaba de alabarlos y la que es necesaria para alcanzar el reino; éste lo perderían si cediesen a la tentación de cambiar la fidelidad con sufrimiento por la contemporización con tranquilidad. para que ninguno tome tu corona—que de otra manera no recibirías: que ningún tentador te la haga perder: no que el tentador con ello la ganaría para sí (Colosenses 2:18).
12. columna en el templo—En un sentido no habrá templo en la ciudad celestial, porque no habrá diferencia entre cosas sagradas y seculares, porque todas las cosas y todas las personas serán santas al Señor. La ciudad será toda un gran templo, en el que los santos serán no meramente piedras, como en el templo espiritual actual en la tierra, sino que serán todos eminentes como columnas: inmoviblemente firmes (no como Filadelfia, ciudad muchas veces sacudida por el terremoto, Estrabón, 12. y 13.), como los colosales pilares del templo de Salomón, Booz (eso es, “en él hay fuerza”) y Jachín (“será establecido”): solamente que aquellos pilares estaban fuera y éstas estarán dentro del templo. mi Dios—(Nota,Colosenses 2:7.) nunca más saldrá fuera—Como los ángeles elegidos están fuera de la posibilidad de caer, estando ahora (como dicen los escolásticos) bajo “la bendita necesidad de la bondad,” lo mismo estarán los santos. La puerta será cerrada una vez para siempre, tanto para encerrar en seguridad a los santos como para excluir a los perdidos (Mateo 25:10; Juan 8:35, con Isaías 22:23, el tipo, Eliaquín). Serán sacerdotes para siempre a Dios (Isaías 1:6). “¿Quién no anhelaría aquella ciudad de donde ningún amigo se ausenta y adonde ningún enemigo entra?” [Agustín en Trench.] escribiré sobre él el nombre de mi Dios—como pertenencia de Dios en sentido especial (Isaías 7:3; Isaías 9:4; Isaías 14:1, y en especial 22:4), y por tanto en seguridad. Como el nombre de Jehová (“Santidad al Señor”) estaba en la lámina de ore que llevaba sobre la frente el sumo sacerdote (Éxodo 28:36), así los santos en su sacerdocio real celestial llevarán su nombre abiertamente, como consagrados a él. Comp. la caricatura de esto en la marca que llevan sobre el rostro los seguidores de la bestia (Éxodo 13:16), y sobre la ramera (Éxodo 17:5; con el 20:4). nombre de la ciudad de mi Dios—como uno de los ciudadanos de ella (21:2, 3, 10, a la que se alude brevemente aquí por anticipación). La descripción completa de la ciudad, propiamente forma la terminación del libro. La ciudadanía de los santos ahora está escondida, pero entonces será manifestada: tendrán el derecho a entrar por las puertas en la ciudad (22:14). Esta es la ciudad que esperaba Abrahán. nueva—Griego, kainιs. No la antigua Jerusalén, que una vez se llamaba “la ciudad santa,” y que perdió el nombre. El griego nea expresaría que recientemente tuvo existencia, pero keinι, que era nueva y diferente, reemplazando a la vieja Jerusalén deshecha así como a su política. “Juan en su Evangelio, aplica a la antigua ciudad el nombre griego de Hierosolyma Pero en el Apocalipsis, siempre, a la ciudad celestial el nombre hebreo de Hierousalem. El nombre hebreo es el original y el más santo: el griego es el reciente y más secular y político.” [Bengel.] mi nombre nuevo—actualmente incomunicable, y sólo conocido por Dios: para ser revelado más allá y hecho propio del creyente en unión con Dios en Cristo. El nombre de Cristo escrito sobre el creyente, denota que él es del todo de Cristo. Nuevo también se aplica a Cristo, quien asumirá un nuevo carácter (correspondiente a su “nuevo nombre”), entrando con sus santos en un reino—no aquel que tenía con el Padre antes de que los mundos fuesen, sino aquel que se ganó por su humillación como Hijo del hombre. Gibbon, el incrédulo (Declinación y Caída, cap. 64), da un testimonio, de mala gana, del cumplimiento de la profecía respecto de Filadelfia desde un punto de vista temporal. “Entre las colonias e iglesias griegas de Asia, Filadelfia está aún erguida—una columna en una escena de ruinas—un ejemplo agradable de que las sendas del honor y de la seguridad pueden a menudo ser las mismas.”
13. (Nota, 2:7.)
14. Laodicea—La ciudad estaba en la parte sudoeste de Frigia, sobre el río Lico, no lejos de Colosas, entre ésta y Filadelfia. Fué destruída por un terremoto en el año 62 d. de Cristo, y reedificada por sus ciudadanos pudientes sin el auxilio del estado. [Tácito, anales 14.27.] Esta riqueza (debida a la excelencia de sus lanas) condujo a un estado de tibieza y complacencia propia en cosas espirituales, como pinta el 3:17. Véase Nota sobre Colosenses 4:16, tocante a la epístola que se cree que fué escrita por Pablo a la Iglesia Laodiceana. La Iglesia en tiempos posteriores aparentemente florecía, pues uno de los concilios en el que se determinó el canon de la Escritura, se verificó en Colosas en el año 361. Apenas si ha de encontrarse un cristiano hoy en día en aquel sitio o en sus cercanías. el Amén—(Isaías 65:16, hebreo, “el que se bendijere en el Dios del Amén … por el Dios del Amén jurará;” 2 Corintios 1:20). El que no sólo dice la verdad, sino que es la verdad. Los santos usaban el Amén al finalizar la oración, o al asentir a la palabra de Dios; pero nadie, sino el Hijo de Dios, jamás dijo, “Amén (de cierto), yo os digo,” porque es el lenguaje peculiar de Dios, quien declara por sí mismo. La fórmula del Nuevo Testamento “Amén, yo os digo,” es equivalente a la del Antiguo Testamento, “Como vivo yo, dice Jehová.” Sólo en el Evangelio de Juan (en el griego) él usa el doble “Amén,” Juan 1:51; Juan 3:3, etc., que se traduce, “de cierto, de cierto.” El título armoniza con el contenido de la epístola. Su fidelidad inmutable como “el Amén” se contrasta con la inconstancia de Laodicea, “ni frío ni caliente” (Juan 3:16). El ángel de Laodicea, se ha conjeturado con cierta probabilidad que fué Arquipo, a quien hacía treinta años Pablo le envió una amonestación por su necesidad de activarse con diligencia en su ministerio. Constituciones Apostólicas,Juan 8:46, lo nombra como el primer obispo de Laodicea: hijo supuesto de Filemón (Filemón 1:2). testigo fiel y verdadero—Como “él Amén” expresa la verdad inmutable de sus promesas: así “el testigo fiel y verdadero,” la verdad de sus revelaciones respecto de las cosas celestiales que ha visto y testificado. “Fiel,” es decir, digno de confianza (2 Timoteo 2:11, 2 Timoteo 2:13). “Verdadero” no es aquí veraz (Griego, alethιs), sino (alethinos) “el que comprende perfectamente todo lo que está comprendido en el nombre Testigo” (1 Timoteo 6:13). Para esto tres cosas son indispensables: (1) haber visto con los ojos lo que atestigua; (2) ser competente para referirlo a otros; (3) estar dispuesto a hacerlo verazmente. En Cristo se llenan todas estas condiciones. [Trench.] principio de la creación de Dios—no aquel a quien Dios creó primero, sino como en Colosenses 1:15 (véase Notas allí), el Principiador de toda la creación, su instrumento originador. No se le representaría adorado por toda la creación, si él fuese tan sólo uno de los creados. El que él es el Creador es garantía fuerte de su fidelidad como “el Testigo y el Amén.”
15. ni … frío—La antítesis de “caliente,” lit., hirviendo (“ferviente,” Hechos 18:25; Romanos 12:11; véase Cantares de los Cantares 8:6; Lucas 24:32), requeriría que “frío” aquí significara más que negativamente frío; es más bien, absolutamente helado: sin haber estado nunca caliente. Los laodicenses en cosas espirituales estaban fríos comparativamente, pero no fríos como el mundo exterior, ni como los que nunca habían pertenecido a la Iglesia. Este estado de tibieza, si indica la transición hacia uno más caliente, es una condición deseable (porque un poco de religión es mejor que ninguna); pero es fatalísimo cuando es, como aquí, una condición permanente, porque se le confunde con un estado de seguridad (Lucas 3:17). Esto explica el deseo de Cristo de que fuesen fríos más bien que tibios. Porque en tal caso no habría el mismo “peligro de motivo mixto y principio descuidado.” [Alford.] También, hay más esperanza para los fríos, o sea, para los que son del mundo, y que no han sido calentados aún por el llamamiento evangélico; porque, habiendo sido llamados, puede ser que lleguen a ser ardientes, cristianos fervientes: tales llegaron a ser los antes fríos publicanos, Zaqueo y Mateo. Pero los tibios han llegado al alcance del fuego santo sin ser calentados por él y hechos fervientes: teniendo bastante religión para sosegar la conciencia en una seguridad falsa, pero sin lo bastante para salvar al alma: como Demos (2 Timoteo 4:10). Tales son los que claudican entre dos opiniones (1 Reyes 18:21; 2 Reyes 17:41; Mateo 6:24).
16. ni … frío ni caliente—Así uno de los manuscritos más antiguos, B., y la Vulgata. Pero dos de ellos, la Siríaca y la Cóptica, transponen así, “ni caliente ni frío.” Es notable el que el adjetivo griego es masculino, concordante con ángel y no femenino, con iglesia. El Señor se dirige al ángel como la encarnación y el representante de la Iglesia. El ministro principal es responsible de su rebaño, si deja de amonestar a los miembros que lo forman. te vomitaré—Griego, “He de …” o “estoy por vomitarte …” expresando de gracia la posibilidad de que la amenaza no se lleve a cabo, con tal que se arrepintiera en seguida. Su trato para con ellos dependerá de la actitud de ellos para con él. vomitaré de mi boca—rechazará con justo odio, como la tierra de Canaán vomitó a sus habitantes a causa de sus abominaciones. Los médicos usaban agua tibia para provocar el vómito. Se acostumbra servir bebidas frías o calientes en las fiestas, pero nunca las tibias. Había manantiales fríos y calientes en Laodicea.
17. La suficiencia presuntuosa es peligro fatal del estado tibio (Nota,Mateo 3:15). tú dices—virtual y mentalmente, si no en tantas palabras. enriquecido—El Señor alude a Oseas 12:8. Las riquezas de que se jactaban eran riquezas espirituales; aunque, sin duda, su arrogancia espiritual (“no tengo necesidad de ninguna cosa”) era alimentada por su riqueza mundana; de la misma manera que la pobreza de espíritu es alimentada por la pobreza material. no conoces que tú—en particular, tú de todas las personas. El “tú” en el griego es enfático. un cuitado—Griego, “el cuitado,” el “desgraciado.” miserable—así dice uno de los manuscritos más antiguos; otros dos prefijan “el.” Tradúzcase “el lastimoso,” “el especialmente digno de lástima.” ¡Cuán diferente es la opinión que tiene Cristo de los hombres, en relación con la que ellos tienen de sí mismos! ¡“No tengo necesidad de ninguna cosa”! ciego—mientras que Laodicea se jactaba de una compenetración más profunda que la común en cosas divinas. No eran ciegos en absoluto, de otro modo el colirio de nada les aprovecharía; más bien eran cortos de vista.
18. Ironía benigna y amorosa. Recibe mi consejo, tú que te imaginas no tener necesidad de nada. No sólo necesitas de algo, sino que te faltan las cosas más comunes necesarias para la existencia. Bondadosamente condesciende a su modo de pensar y de hablar: tú eres pueblo dispuesto a escuchar cualquier consejo acerca de cómo comprar con provecho; entonces escúchame (pues soy “consejero”, Isaías 9:6), “compra de mí” (en quien, según la Epístola de Pablo dirigida a la vecina Iglesia de Colosenses y destinada a la de Laodicea también, Colosenses 2:1, Colosenses 2:3; Colosenses 4:16, están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y conocimiento). “Que compres” no quiere decir que podamos, por obras nuestras de merecimiento comprar el don gratuito de Dios; al contrario, el mismo precio de compra consiste en la renunciación de toda justicia propia, como la que tenía Laodicea (Colosenses 3:17). “Compra” con el precio de tu suficiencia propia (como hizo Pablo, Filipenses 3:7); renunciando a todas las cosas, por cares que sean, que nos impidan aceptar la salvación en Cristo, como un don gratuito, a saber, el ego y los deseos mundanos. Compárese Isaías 55:1, “Comprad … sin dinero y sin precio.” oro afinado en—Oro que ha sido expuesto al calor purificador (y recién sacado) del (ek, griego) fuego, para comprobar su pureza, que retiene su brillo. La verdadera riqueza espiritual, en contraste con la falsa, de la que Laodicea se jactaba. Una vez que compre este oro ya no será pobre más. (Isaías 3:17). Laodicea era una ciudad de muchas transacciones bancarias. [Cicerón.] vestiduras blancas—Era famosa la lana de Laodicea. Cristo ofrece ropaje infinitamente más blanco. Como el “oro afinado en fuego” expresa la fe probada por medio de despiadada persecucuón; así “vestiduras blancas”, la justicia de Cristo imputada al creyente en la justificación, e impartida en la santificación. se descubra—o “sea manifestada,” eso es, en el último día, cuando todo aquel que esté sin el traje de bodas será descubierto. Desnudar a uno en el Oriente es la figura que significa avergonzarlo. Asimismo vestir a uno de ropaje fino es hacerle honor. El hombre puede descubrir su vergüenza, Dios sólo puede cubrirla de modo que no sea manifestada al fin su desnudez (Colosenses 3:10). Bienaventurado aquel cuyas iniquidades están cubiertas. La vergüenza del hipócrita puede manifestarse ahora, tiene que serlo al fin. unge tus ojos con colirio—Los manuscritos más antiguos dicen, “(compra de mí) colirio para ungir tus ojos.” Cristo tiene para Laodicea un ungüento mucho más precioso que todos los costosos ungüentos del Oriente. El ojo aquí es la conciencia, o la luz interior. Según que sea sano y “simple” (Griego, haplous, “sencillo,”), u otra cosa, el hombre ve bien espiritualmente, o no ve bien. La unción del Espíritu Santo, como el antiguo ungüento para los ojos, el colirio, primero quema con la compunción, luego sana. El nos abre los ojos primero para que nos veamos en nuestra miseria y, luego, al Salvador en su gran bondad. Trench observa que son solamente las dos iglesias más hundidas, Sardis y Laodicea, en las que no se especifican opositores desde fuera, ni herejías de dentro. Aquella Iglesia tiene gran deuda de gratitud con la Providencia interventora, que tantas veces ha hecho que los enemigos internos y externos, a su pesar, promuevan la causa de Cristo, provocando las fuerzas de ella en la contensión por la fe una vez entregada a los santos. La paz se paga cara cuando se logra a costa del estancamiento espiritual, cuando no se siente bastante interés en la religión para contender siquiera un poco.
19. (Job 5:17; Proverbios 3:11; Hebreos 12:5.) castigo—“Azota a cualquiera que recibe por hilo. ¿Y serás tú una excepción? Si se te exceptúa del padecimiento del azote, también eres exceptuado del número de los hijos.” [Agustín.] Esta es una animación a Laodicea, para que no desespere sino que reciba la reprensión como señal de bien, si ella la aprovecha. amo—Griego, philo, el amor de afecto gratuito, independientemente de toda base de estimación de parte del amado. Pero en el caso de Filadelfia (Hebreos 3:9), “Te he amado,” (Griego, egapesa), con el amor de estimación, fundado en el juicio. reprendido—El pronombre “yo” viene primero en el griego; es enfático. Yo en mis tratos, del todo disimilarmente del hombre, en el caso de todos los que amo, reprendo. El griego elencho es el mismo verbo de Juan 16:8, “(el Espíritu Santo) convencerá (redargüirá para convicción) al mundo de pecado.” castigo—El griego paideu que en el clásico significa instruir mediante el castigo (Hebreos 12:5). David fue redargüido y compungido, cuando clamó, “He pecado contra el Señor:” siguió el castigo, cuando su hijo le fué quitado (2 Samuel 12:13). En el castigo divino, el pecador se estremece bajo el azote y al mismo tiempo aprende la justicia. sé pues celoso—habitualmente. El tiempo presente del griego, toda una vida de celo. Lo opuesto de tibio. El griego lo destaca por la aliteración: Laodicea no ha sido caliente (Zestos), se le insta pues a que sea “celosa” (zeleue): los dos vocablos se derivan de la misma raíz, el verbo zeo, hervir. arrepiéntete—el aoristo griego: un hecho consumado una vez por todas, no la acción continuativa.
20. estoy a la puerta—de pie, esperando en maravillosa condescendencia y longanimidad. llamo—(Cantares de los Cantares 5:2). Esto es manifestación adicional de su deseo amoroso por la salvación del pecador. El mismo que es “la puerta,” y nos manda que “llamemos,” para que se nos abra, debe llamar primero él mismo a la puerta de nuestro corazón. Si él no llamara primero, nosotros nunca llamaríamos a la puerta de él. Véase Cantares de los Cantares 5:4, aludido sin duda aquí; el Espíritu de esta manera en Apocalipsis pone el sello de la canonicidad a aquel místico libro. Aquel estado espiritual de la novia, entre el despertar y el dormir, lerda para abrir a su divino Amante, corresponde a la tibia Laodicea aquí. “El amor para con los hombres despojó (humilló) a Dios; porque él no queda en su lugar, llamando hacia sí a aquel siervo a quien ama, sino que él mismo desciende a buscarlo, y aquel Riquísimo llega a la choza del pobre y con su propia voz ofrece su ardiente amor, y busca el amor que corresponda, y no se retira rechazado, sino que es paciente ante el insulto, y aun perseguido, espera aún a la puerta” [Nicolás Cabasilas en Trench.] mi voz—Apela al pecador no sólo con su mano (sus providencías) llamando, sino también con la voz (su palabra leída, u oída; o más bien, por su Espíritu que interiormente aplica al espíritu del hombre las lecciones sacadas de sus providencías y de su palabra). Si nos negamos a oír su llamada a nuestra puerta ahora, él se negará a responder a nuestra llamada a su puerta, después. Con respecto a su segunda venida también, él está aun ahora a la puerta, y no sabemos cuán pronto ha de llamar; por tanto debemos estár siempre preparados para abrirle inmediatamente. si alguno oyere—pues el hombre no está compelido por fuerza irresistible: Cristo llama, pero no fuerza la puerta, aunque los valientes arrebatan el reino por la fuerza de la oración (Mateo 11:2): todo el que oye lo hace, no de suyo, sino atraído por la gracia de Dios (Juan 6:44): el arrepentimiento es don de Cristo (Hechos 5:31). El atrae, mas no arrastra. El Sol de justicia, como el sol de nuestro cielo, en el momento mismo en que se abre la puerta, lo inunda todo con su Luz, la que antes no pudo hallar entrada. Hilario sobre el Salmo 118:89. entraeré a él—como entré a Zaqueo. cenaré con él, y él conmigo—¡Reciprocidad deleitosa! Comp. “mora en mí y yo en él,” Juan 6:56. Mientras que por lo común el huésped invitado cena con el que le invitó, aquí el huésped divino viene a ser el Hospedador, pues él es el pan de vida, y el dador de las bodas. Aquí de nuevo alude a Cantares de los Cantares 4:16, donde la Esposa le invita a comer de la dulce fruta, como él primero había preparado una fiesta para ella, “Su fruta es dulce a mi paladar” Comp. el mismo intercambio, Juan 21:9, preparada la fiesta de las viandas que trajo Jesús, y de las que trajeron los discípulos. La consumación de esta bendita participación tendrá lugar en las Bodas del Cordero, de la que la cena del Señor es prenda y primicias.
21. se siente conmigo en mi trono—(Juan 2:26; Juan 20:6; Mateo 19:28; Mateo 20:23; Juan 17:22, Juan 17:24; 2 Timoteo 2:12.) A los mismos a quienes Jesús acababa de amenazar con vomitarlos de su boca, ahora se les ofrece un asiento con él en su trono. “El puesto más alto al alcance de los más bajos, la chispa más débil puede ser atizada hasta convertirla en llama de amor, la más potente.” [Trench.] así como yo—Aquí se mencionan dos tronos, (1) el de su Padre, donde Cristo está sentado ahora y desde su ascensión, consumada su victoria sobre la muerte, el pecado, el mundo; en éste no puede sentarse sino solo Dios y el Hombre divino Cristo Jesús, pues es la prerrogativa incomunicable solamente de Dios; (2) el trono que será de Cristo en sentido peculiar como del una vez humillado y luego glorificado Hijo del Hombre, que ha de levantarse sobre la tierra (hasta ahora usurpado por Satanás) en su venida; en este trono participarán todos los santos victoriosos (1 Corintios 6:2). La transfigurada electa Iglesia con Cristo juzgará y reinará sobre las naciones en la carne, y sobre Israel, la principal de ellas; administrándoles bendiciones, así como los ángeles eran los mediadores del Señor, de las bendiciones y los administradores de su gobierno, cuando instituyó su trono sobre Israel en Sinaí. Este privilegio de nuestra alta vocación pertenece exclusivamente al presente tiempo mientras reina Satanás, sólo mientras hay lugar para conflicto y para victoria (2 Timoteo 2:11). Cuando Satanás sea atado (2 Timoteo 20:4), ya no habrá más lugar para esto, pues entonces todos los que estén en la tierra conocerán al Señor desde el menor hasta el mayor. Esta, la promesa y corona de gloria, se coloca al fin de las siete epístolas, para reunirlas todas en una. También forma el eslabón de unión con la siguiente parte del libro, donde se introduce al Cordero sentado sobre el trono de su Padre (2 Timoteo 4:2; 2 Timoteo 5:5). El trono oriental es más ancho que el de Inglaterra, y ofrece cabida para otros, además del principal que ocupa el centro. Observa Trench, El orden de las promesas corresponde al del desenvolvimiento del reino de Dios desde sus principios en la tierra hasta su consumación en el cielo. A los fieles de Efeso, (1) el árbol de la vida en el Paraíso de Dios les es prometido (2 Timoteo 2:7), correspondiente al Génesis 2. (2) El pecado entró en el mundo y por el pecado la muerte; pero a los fieles de Esmirna les es prometido que no serán dañados por la segunda muerte (2 Timoteo 2:11). La promesa del maná escondido (2 Timoteo 2:17) a Pérgamo (3) nos trae al período mosaico de la Iglesia en el desierto. (4) La promesa de Tiatira, del triunfo sobre las naciones (2 Timoteo 2:26), forma la consumación del reino en tipo profético, el período de David y Salomón caracterizado por este poder sobre las naciones. Aquí hay una división. De siete se forman dos grupos, de cuatro y de tres, como acontece muchas veces, por ejemplo, la oración del Señor, de tres y cuatro. El escenario de las últimas tres promesas pasa de la tierra al cielo, contemplándose a la Iglesia como triunfante, con sus pasos de gloria en gloria. (5) La promesa de Cristo al creyente de Sardis referente a no borrar su nombre del libro de la vida, sino de confesarlo delante de su Padre y de los ágeles en el día del juicio, y de vestirlo de un cuerpo glorificado de fulgurosa blancura (2 Timoteo 3:4). A los fieles de Filadelfia (6) Cristo promete que serán ciudadanos de la nueva Jerusalén, establecidos allí como pilares inmovibles donde la ciudad y el templo son uno (2 Timoteo 3:12); aquí no sólo la salvación individual se le promete al creyente, como en el caso de Sardis, sino también los privilegios preciosos de la comunión de la Iglesia triunfante. (7) Finalmente, a los fieles de Laodicea les es dada la más preciosa promesa de todas, no sólo de las dos bendiciones precedentes, sino además el poder sentarse con Cristo en su trono, como él se sentó con su Padre en su trono (2 Timoteo 3:21).