Marco 9:1-50

1 También les dijo: — De cierto les digo que hay algunos de los que están aquí presentes que no gustarán la muerte hasta que hayan visto que el reino de Dios ha venido con poder.

2 Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y les hizo subir aparte, a solas, a un monte alto, y fue transfigurado delante de ellos.

3 Sus vestiduras se hicieron resplandecientes, muy blancas, tanto que ningún lavandero en la tierra las puede dejar tan blancas.

4 Y les apareció Elías con Moisés, y estaban hablando con Jesús.

5 Entonces intervino Pedro y dijo a Jesús: — Rabí, es bueno que nosotros estemos aquí. Levantemos, pues, tres enramadas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

6 Pues él no sabía qué decir, porque tuvieron miedo.

7 Vino una nube haciéndoles sombra, y desde la nube una voz decía: “Este es mi Hijo amado; a él oigan”.

8 Y de inmediato, mirando alrededor, ya no vieron a nadie más con ellos sino solo a Jesús.

9 Mientras descendían ellos del monte, Jesús les ordenó que no contaran a nadie lo que habían visto sino cuando el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos.

10 Y ellos guardaron la palabra entre sí, discutiendo qué significaría aquello de resucitar de entre los muertos.

11 Le preguntaron diciendo: — ¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?

12 Él les dijo: — A la verdad, Elías viene primero y restaura todas las cosas. Y, ¿cómo está escrito acerca del Hijo del Hombre, que padezca mucho y sea menospreciado?

13 Sin embargo, les digo que Elías ya ha venido; e hicieron con él todo lo que quisieron tal como está escrito de él.

14 Cuando llegaron a los discípulos, vieron una gran multitud alrededor de ellos, y a unos escribas que disputaban con ellos.

15 En seguida, cuando toda la gente vio a Jesús se sorprendió, y corriendo hacia él lo saludaron.

16 Y les preguntó: — ¿Qué disputan con ellos?

17 Le respondió uno de la multitud: — Maestro, traje a ti mi hijo porque tiene un espíritu mudo,

18 y dondequiera que se apodera de él, lo derriba. Echa espumarajos y cruje los dientes, y se va desgastando. Les dije a tus discípulos que lo echaran fuera pero no pudieron.

19 Y respondiendo les dijo: — ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo los soportaré? ¡Tráiganmelo!

20 Se lo trajeron; y cuando el espíritu lo vio, de inmediato sacudió al muchacho, quien cayó en tierra y se revolcaba echando espumarajos.

21 Jesús le preguntó a su padre: — ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Él dijo: — Desde niño.

22 Muchas veces lo echa en el fuego o en el agua para matarlo; pero si puedes hacer algo, ¡ten misericordia de nosotros y ayúdanos!

23 Jesús le dijo: — “¿Si puedes…?”. ¡Al que cree todo le es posible!

24 Inmediatamente el padre del muchacho clamó diciendo: — ¡Creo! ¡Ayuda mi incredulidad!

25 Pero cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo diciéndole: — Espíritu mudo y sordo, yo te mando, ¡sal de él y nunca más entres en él!

26 Entonces, clamando y desgarrándolo con violencia, el espíritu salió y el muchacho quedó como muerto, de modo que muchos decían: — ¡Está muerto!

27 Pero Jesús lo tomó de la mano y lo enderezó, y él se levantó.

28 Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron en privado: — ¿Por qué no pudimos nosotros echarlo fuera?

29 Él les dijo: — Este género con nada puede salir sino con oración.

30 Habiendo salido de allí, caminaban por Galilea. Él no quería que nadie lo supiera,

31 porque iba enseñando a sus discípulos, y les decía: “El Hijo del Hombre ha de ser entregado en manos de hombres, y lo matarán. Y una vez muerto, resucitará después de tres días”.

32 Pero ellos no entendían esta palabra y tenían miedo de preguntarle.

33 Llegó a Capernaúm. Y cuando estuvo en casa, Jesús les preguntó: — ¿Qué disputaban entre ustedes en el camino?

34 Pero ellos callaron, porque lo que habían disputado los unos con los otros en el camino era sobre quién era el más importante.

35 Entonces se sentó, llamó a los doce y les dijo: — Si alguno quiere ser el primero deberá ser el último de todos y el siervo de todos.

36 Y tomó a un niño y lo puso en medio de ellos; y tomándolo en sus brazos, les dijo:

37 — El que en mi nombre recibe a alguien como este niño, a mí me recibe; y el que a mí me recibe no me recibe a mí sino al que me envió.

38 Juan le dijo: — Maestro, vimos a alguien que echaba fuera demonios en tu nombre, y se lo prohibimos porque no nos seguía.

39 Pero Jesús dijo: — No se lo prohíban, porque nadie que haga milagros en mi nombre podrá después hablar mal de mí.

40 Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.

41 Cualquiera que les dé un vaso de agua en mi nombre, porque son de Cristo, de cierto les digo que jamás perderá su recompensa.

42 »Y a cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le atara una gran piedra de molino al cuello y que fuera echado al mar.

43 »Si tu mano te hace tropezar, córtala. Mejor te es entrar manco a la vida que, teniendo dos manos, ir al infierno, al fuego inextinguible.

44 [5],

45 Si tu pie te hace tropezar, córtalo. Mejor te es entrar cojo a la vida que, teniendo dos pies, ser echado al infierno.

46 [6],

47 Y si tu ojo te hace tropezar, sácalo. Mejor te es entrar con un solo ojo al reino de Dios que, teniendo dos ojos, ser echado en el infierno,

48 donde su gusano no muere, y el fuego nunca se apaga.

49 »Porque todo será salado con fuego.

50 Buena es la sal; pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué será salada? Tengan sal en ustedes y vivan en paz los unos con los otros.

JESUS ES TRANSFIGURADO—CONVERSACION ACERCA DE ELIAS: (Pasajes paralelos, Mateo 16:28-17:13; Lucas 9:27). Para su exposición, véase el comentario sobre Lucas 9:27.

14-32. LA CURACION DE UN MUCHACHO DEMONIACO—EL SEGUNDO ANUNCIO EXPLICITO DE SU PROXIMA MUERTE Y RESURRECCION. (Pasajes paralelos. Mateo 17:14; Lucas 9:37).

La Curación de un Muchacho Demoníaco (vv. 14-29).

14. Y como vino a los discípulos, vió grande compañía alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos—Esto “aconteció al día siguiente”, después que bajaron del monte (Lucas 9:37). Parece que la transfiguración se efectuó en la noche. Pues a la mañana siguiente, al bajar Jesús del Monte de la Transfiguración, junto con Pedro, Juan y Jacobo, y al acercarse a los nueve, los halló rodeados de una grande multitud, y los escribas estaban disputando o discutiendo con ellos. Sin duda estos sofistas estaban burlándose de los apóstoles por su incapacidad de sanar al muchacho endemoniado, e insinuando dudas tocante a la capacidad de su Señor para hacer la curación; mientras que ellos, celosos por el honor de su Maestro, seguramente se referirían a sus milagros pasados como prueba de lo contrario.

15. Y luego toda la gente—la “gran compañía” (Lucas 9:37)—viéndole, se espantó—se asombró—y corriendo a él, le saludaron—La grande sorpresa que experimentaron, la interrupción repentina de la discusión, y la acogida que le dieron a Jesús, no pueden explicarse sino por algo asombroso que vieron en su apariencia. No puede haber duda de que su rostro todavía tenía vestigios de su gloria al ser transfigurado. (Véase Éxodo 34:29). Así opinan Bengel, De Wette, Meyer, Trench, Alford. De ser así, no hay por qué extrañarse de que la gente no sólo corriera hacia él, sino que también le saludase. Nuestro Señor, sin embargo, no poniendo atención a aquello que los había atraído, lo cual probablemente iba desapareciendo gradualmente al acercarse, se dirige a los escribas para que le digan el tema de la discusión, y preparado para hacerles frente en los puntos en que habían atacado más duramente a sus apostoles, quienes estaban sólo medio instruídos y tímidos.

16. Y preguntóles—a los escribas—¿Qué disputáis con ellos?—Antes que ellos tuviesen tiempo para responder, el padre del muchacho, cuyo caso había precipitado la disputa, se adelantó y contestó su pregunta contando una historia lastimera de sordera y mudez con ataques de epilepsia, y terminando por decir que al pedir a los discípulos que lo sanaran, ellos no habían podido efectuar la curación.

17. Y respondiendo uno de la compañía, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo—“el único que tengo” (Lucas 9:38)—que tiene un espíritu mudo—un espíritu que afectaba a su víctima enmudeciéndola y haciéndola sorda (v. 25). En el relato de Mateo (Lucas 17:15), el padre dice: “es lunático”, o demente, siendo éste otro efecto más penoso al estar poseído del demonio.

18. El cual, donde quiera que le toma, le despedaza; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando—más bien, “gastándose”, o “paralizándose”, comó se traduce la misma palabra en otros pasajes del Nuevo Testamento. Algunos detalles adicionales son dados por Lucas, y por nuestro evangelista más adelante. Lucas (Lucas 9:39) dice: “Y he aquí un espíritu le toma, y de repente da voces, y le despedaza y hace echar espuma, y apenas se aparta de él quebrantándole”. y dije a tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron—Nuestro Señor responde al padre dirigiendo una severa censura a sus discípulos. Al sentirse herido por la revelación de la falta de fe de sus discípulos, ante semejante multitud, y al considerar este fracaso, sin duda, como una tacha para sí mismo, los pone en vergüenza ante todos, pero usando un lenguaje apto para despertar la expectativa de lo que él mismo haría.

19. Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación infiel!—“y perversa”, o pervertida (Mateo 17:17; Lucas 9:41)—¿hasta cuándo estaré con vosotros? ¿ hasta cuándo os tengo de sufrir?—lenguaje que da a entender que era una vergüenza que ellos carecieran de la fe necesaria para efectuar esta curación, y que se necesitaba paciencia para poder soportarlos. Nos es sorprendente que algunos intérpretes, como Crisóstomo y Calvino, representen esta reprensión como dirigida, no a los discípulos. sino a los escribas que disputaban con ellos. Ni se remedia mucho el asunto al considerar que fué dirigida tanto a los discípulos como a los escribas, como opinan la mayoría de los expositores. Con Bengel, De Wette y Meyer, creemos que esta reprensión fué expresamente a los nueve apóstoles que fueron incapaces de echar fuera el espíritu malo. Aunque, al atribuir su incapacidad a su falta de fe y al estado pervertido de su mente, cosas que habían sido absorbidas en su temprana enseñanza, la reprensión sin duda podría ser aplicada, y con una fuerza enormemente mayor, a aquellos que censuraban a los pobres discípulos por su incapacidad el suponerla dirigida a aquellos que no tenían nada de fe, y estaban completamente pervertidos. sería cambiar la naturaleza de la reprensión. Jesús reprende a sus discípulos frente a los demás, porque esperaba de ellos una fe suficiente para sanar a este joven, y porque ellos debían haberse despojado ya de la perversidad en que se habían criado. ¿Y quién no puede ver que esta reprensión fué muy adecuada para impresionar a los presentes con la severa sublimidad de la enseñanza que él estaba impartiendo a los Doce, y la relación natural y sin afectación que él sostenía con ellos? Traédmele—La orden de traerle al enfermo fué obedecida instantáneamente; cuando ¡he aquí! como si consciente de la presencia de su Atormentador Divino, y esperando ser obligado a salir, el espíritu malvado rabia y se enfurece, resuelto a morir peleando, y se propone a hacer todo el daño que pueda a esta pobre criatura, mientras esté todavía dentro de su poder.

20. Y se le trajeron: y como le vió, luego el espíritu le desgarraba—Así como el hombre con la legión de demonios: “como vió a Jesús de lejos, corrió y le adoró” (cap. 5:6), así este demonio, cuando le vió, inmeditamente comenzó a desgarrar a su víctima. El sentimiento de terror y rabia fué el mismo en ambos casos—y cayendo en tierra, se revolcaba, echando espumarajos—Todavía Jesús no interviene, mas sigue conversando con el padre acerca del caso; en parte para que los expectadores oyeran la narrución de todos los síntomas de labios de une que los conocía mejor. y para permitir que su virulencia se mostrara; así como para ejercitar la fe del padre a fin de prepararle a él y a los testigos para el milagro que estaban por presenciar.

21. Y Jesús preguntó a su padre: ¿Cuánto tiempo ha que le aconteció esto? Y él dijo: Desde niño—Después de haber contado brevemente los síntomas lastimeros del caso, el pobre padre, medio desanimado por el fracaso de los discípulos y los efectos malignos de la enfermedad agravados en presencia del Señor; pero animado por la reprensión tan severa que había dirigido Cristo a sus discípulos por no tener la fe suficiente para sanar al muchacho, y por la dignidad con que él había ordenado que le fuera llevado el enfermo; en este estado mixto de ánimo, termina la descripción del caso con estas palabras conmovedoras: si puedes algo, ayúdanos, teniendo misericordia de nosotros—“nosotros” dice el padre, porque esto era una terrible aflicción para toda la familia. Compárese con el lenguaje de la mujer sirofenisa: “Señor, socórreme”. (Mateo 15:25) Todavía no ha acontecido nada anormal; el hombre está luchando por tener fe; tendrá que dar un paso más adelante. Pero él estaba tratando con Aquel que no quebranta la caña cascada, y quien sabía cómo inspirar la fe que él exigía. El hombre había dicho: “Si puedes algo”.

23. Y Jesús—contestándole—le dijo: Si puedes creer, al que cree todo es posible—“El que yo lo haga, depende de que tú creas”. Para impresionar esto todavía más, el pone un doble énfasis en el “creer”: “Si puedes creer, al que cree todo es posible”. En esta forma el Señor ayuda a aquella alma atribulada a tener fe; y después de grande tribulación y terrible lucha, la fe llega a nacer, así como Trench, usando la figura de Olshausen, lo expresa. Viendo, pues, que el caso esperaba no el poder del Señor, sino el ejercicio de su propia fe, inmediatamente el hombre reconoce aquellos principios antagónicos contra los cuales estaba luchando, y se eleva a hacer una de las declaraciones más nobles que han sido escritas.

24. Y luego el padre del muchacho dijo clamando: Creo, ayuda mi incredulidad—O en otras palabras, “Es inútil esconder de ti, oh Maestro potente y misterioso, la incredulidad que todavía existe en este corazón mío; pero mi mismo corazón me declara que efectivamente creo en ti; y si todavía hay en mi alguna desconfianza, no quiero poseerla, lucho contra ella, y busco en ti ayuda para vencerla.” Dos cosas aquí son muy notables: Primera: La incredulidad, sentida y reconocida que sólo la fe del hombre pudo haber revelado a su conciencia. Segunda: La petición a Cristo pidiendo ayuda para vencer la incredulidad; una característica sin paralelo, que mostraba, más de lo que habrían podido mostrar todas sus protestaciones de fe, la comprensión que había alcanzado en cuanto a la existencia de un poder en Cristo más glorioso que el que él había buscado para su pobre hijo. Ya estaba hecha la obra; y como la conmoción y confusión en la muchedumbre estaban aumentando, Jesús en seguida da la palabra de orden al espíritu sordo y mudo para que salga y no vuelva nunca más a su víctima.

26. Entonces el espíritu clamando y desgarrándole mucho, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto—El espíritu maligno y cruel, consciente ya de que había llegado su tiempo, junta toda su fuerza con la intención de matar con un último golpe a su víctima, y está a punto de obtener éxito. Pero el Señor de la vida estaba allí; el Sanador de todos los males, el Amigo de los pecadores, la Simiente de la mujer, el “más fuerte que el hombre fuerte armado”, (Lucas: 21, 22) estaba allí. Al haber sido encontrada aquella fe que Cristo declara suficiente para todas las cosas, no fué posible que la serpiente prevaleciera. En este caso, le es permitido a la serpiente herir el calcañar, pero la cabeza de ella será aplastada, y sus obras serán destruídas (1 Juan 3:8, Joel 3:8).

27. Mas Jesús tomándole de la mano, enderezóle; y se levantó. 28 …¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera? 29. Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno—Casi todos los comentaristas son de una misma opinión al interpretar así: “esta clase no puede ser echada”, o “un caso de posesión demoníaca tan desesperado como éste no puede ser sanado sino por medio de oración y ayuno”. Pero como el Señor mismo dice que sus discípulos no podían ayunar mientras que él estuviese con ellos, tal vez esta condición fué propuesta, como insinúa Alford, para que fuese practicada más tarde, a no ser que lo entendamos como una manera de expresar la verdad general de que los deberes grandes y difíciles exigen preparación y sacrificio especiales. Pero la contestación a esta pregunta, como es dada por Mateo (Joel 17:20-21), es más completa: “Y Jesús les dijo: Por vuestra incredulidad; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá: y se pasará: y nada os será imposible”. (Véase el comentario sobre el cap. 11:23) “Mas este linaje no sale sino por oración y ayuno.” Es decir: Aunque nada es imposible a la fe, sin embargo, tal grado de fe como la que se necesita para alcanzar semejantes triunfos, no se adquiere en un momento, ni sin esfuerzo, sino demandándola a Dios en oración, o ejercitándola nosotros mismos por medio del sacrificio personal. Lucas (9:43) agrega: “Y todos estaban atónitos de la grandeza de Dios”; es decir, “de la majestad” o “poderío de Dios”, manifestados en la transfiguración y en este último milagro, o de la grandeza divina de Cristo que les era manifestada diariamente.

El Segundo Anuncio Explícito de su Próxima Muerte y Resurrección (vv. 30-32).

30. Y habiendo salido de allí, caminaron—o “iban pasando”—por Galilea; y no quería que nadie lo supiese—Comparando esto con Mateo 17:22 y Lucas 9:43, colegimos que el motivo de nuestro Señor en pasar por Galilea esta vez, más ocultamente que en otras ocasiones, fué el de repetir a sus discípulos el anuncio que los había sorprendido tanto la primera vez que lo mencionó, a fin de acostumbrarlos a él poco a poco; siendo éste el motivo para imponerles silencio en cuanto a sus movimientos presentes.

31. Porque enseñaba a sus discípulos, y les decía—“Poned vosotros en vuestros oídos estas palabras” (Lucas 9:44); es decir, no lo que ellos habían estado hablando entre sí acerca de su grandeza, sino lo que él estaba por pronunciar ahora:—El Hijo del hombre será entregado—El original dice: “Porque el Hijo del hombre es entregado”, usando el tiempo presente para expresar cuán cerca él quería que ellos considerasen su próxima muerte, pues, como dice Bengel, ya estaban por darse los primeros pasos para lograr su muerte—en manos de hombres—Esta notable antítesis: “el Hijo del hombre será entregado en manos de hombres”, es digna de notarse, y se halla en los tres Evangelios—y le matarán—es decir: “No os entusiasméis demasiado por esta grandeza mía que acabáis de presenciar, mas acordaos de lo que os he dicho ya y que ahora repito claramente: que el Sol, en cuyos rayos os regocijáis ahora, pronto ha de ponerse en la obscuridad de medianoche.” mas muerto él, resucitará al tercer día. 32. Pero ellos no entendían esta palabra—“y les era encubierta para que no la entendiesen” (Lucas 9:45)—y tenían miedo de preguntarle—Sus anhelos más caros fueron tan frustrados por tales anuncios, que temieron exponerse a una reprensión abierta si hiciesen alguna pregunta. Mas “ellos se entristecieron en gran manera” (Mateo 17:23). Mientras que los otros evangelistas como comentan Webster y Wilkinson, hacen notar su ignorancia y su temor. Mateo, quien era uno de ellos, asienta el recuerdo vívido en su tristeza.

33-50. CONTIENDA ENTRE LOS DOCE ACERCA DE QUIEN SERIA EL MAYOR EN EL REINO DE LOS CIELOS, Y LA ENSEÑANZA RELACIONADA CON ESTE SUCESO—REPRENSION DIRIGIDA A JUAN POR SU EXCLUSIVISMO. (Pasajes paralelos, Mateo 18:1; Lucas 9:46).

Contienda entre los Doce, y la Enseñanza Relacionada con este Suceso (vv. 33-37).

33. ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino?—De esto colegimos que después de la triste noticia que les había comunicado, el Redentor los había dejado viajar solos por un tiempo; en parte, sin duda, para tener él cierto aislamiento a fin de meditar en lo que tenía por delante, y en parte para que ellos fuesen inducidos a considerar juntos los terribles acontecimientos que él les había anunciado y prepararse para enfrentarse a ellos. Pero ¡qué diferente fué la conducta de ellos!

34. Mas ellos callaron; porque los unos con los otros habían disputado en el camino quien había de ser el mayor—Por lo que dice Mateo (Lucas 18:1), debemos inferir que el tema fué introducido, no por el Señor, sino por los discípulos mismos, quienes llegaron y preguntaron a Jesús cuál de ellos había de ser el más grande. Tal vez uno o dos de ellos refirieron primero el asunto a Jesús, quien aplazó la consideración del mismo hasta que todos estuviesen reunidos en Capernaum. El había estado siempre “viendo los pensamientos del corazón de ellos” (Lucas 9:47); pero cuando estuvieron juntos “en casa”, les preguntó acerca del tema de su discusión, y ellos tuvieron que avergonzarse, conscientes de la mala disposición que entre ellos había despertado la contienda. Esto hizo que se suscitara de nuevo la cuestión y aquí es donde nuestro evangelista empieza el relato. El asunto fué sugerido por el reciente anuncio del reino (Mateo 16:19), por la transfiguración de Jesús, y especialmente por la preferencia dada a tres de ellos en aquella escena.

35. Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos—es decir, el que desea ser el primero tiene que estar preparado para ocupar el último lugar y el lugar más humilde. Véase la discusión del mismo principio en el cap. 10:42-45.

36. Y tomando un niño—o “niñito” (Mateo 18:2); pero la palabra es la misma en ambos lugares, como también en Lucas 9:47púsolo en medio de ellos; y tomándole en sus brazos—Este hermoso acto es mencionado sólo por nuestro evangelista—les dice—Para la primera parte de esta contestación tenemos que recurrir a Mateo (Lucas 18:3): “De cierto os digo. que si no os volviereis, y fuereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.” Es decir: “La conversión tiene que ser cabal; el corazón no sólo tiene que volverse a Dios en un sentido general, dejando las cosas terrenales por las celestiales, sino en lo particular, si no os convirtiereis de aquella ambición carnal que todavía arde dentro de vosotros, a aquella libertad de todo sentimiento similar como este niño, no tenéis ni parte ni suerte en el reino mismo; y el que más se parezca a un niño en su carácter, será el más importante allá”. “Así que, cualquiera que se humillare como este niño, éste es el mayor en el reino de los cielos” (Mateo 18:4); “porque el que fuere (o estuviere dispuesto a ser) el menor entre vosotros, éste será el grande” (Lucas 9:48).

37. El que recibiere en mi nombre uno de los tales niños—por amor de mí; manifestando así el espíritu que inconscientemente posee un niño—a mí recibe; y el que a mí recibe, no recibe a mí, mas al que me envió—Véase el comentario sobre Mateo 10:40.

Reprensión Dirigida a Juan por su Exclusivismo (vv. 38-41).

38. Y respondióle Juan, diciendo: Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera los demonios, el cual no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos sigue—La conexión entre este pasaje y el anterior, se halla, nos parece, en las palabras enfáticas que acababa de pronunciar nuestro Señor: “en mi nombre”. “¡Ah!”, interrumpe Juan: joven entusiasta mas no compenetrado lo suficientemente en la enseñanza de Cristo tocante a estos asuntos, “aquello me recuerda algo que acabamos de hacer, y nos gustaría saber si obramos bien. Vimos a uno que estaba echando fuera demonios en tu nombre, y se lo prohibimos, porque no nos sigue a nosotros. ¿Hicimos bien o mal?” La contestación de Cristo fué: “Hicisteis mal.” “Pero lo hicimos porque el hombre no nos sigue”. “No importa”.

39. Y Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre que luego pueda decir mal de mí. 40. Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es—Dos principios de inmensa importancia son asentados aquí: “Primero, ninguno hablará mal de mí, si tiene la fe necesaria para hacer un milagro en mi nombre; y segundo, si no se puede suponer que tal persona sea contra mi, tendréis que considerarla a favor de mí”. Obsérvese con cuidado que nuestro Señor no dice que aquel hombre no debía seguirlo, ni que sea igual que le siga o que no le siga, sino simplemente enseña cómo debía ser considerada tal persona aunque no fuera un seguidor de él; es decir, como reverenciador de su nombre o promotor de su causa.

41. Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa—Véase el comentario sobre Mateo 10:42.

Continuación de las Enseñanzas Sugeridas por la Contienda entre los Discípulos (vv. 42-50). Lo que sigue no parece tener conexión con la reprensión dirigida a Juan, la cual había precedido inmediatamente. Como dicha reprensión había interrumpido algunas enseñanzas importantes del Señor, él se apresura a volver al tema, como si no hubiera ocurrido la interrupción.

42. Y cualquiera que encandalizare a uno de estos pequeñitos que creen en mí—o “hace que tropiecen”; refiriéndose probablemente al efecto que tales disputas desagradables tendrían en las personas llenas de esperanza que estaban buscando a Cristo, si llegaran a escucharlas, lo cual podría hacerles creer que los creyentes de Jesús no eran mejores que las demás personas—mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello—Aquí simplemente se dice: “piedra de molino”, sin expresar de qué clase, pero en Mateo 18:6, se dice: “piedra de molino de asno”, o sea, una pidera de molino que era girada por la fuerza de un asno, mucho más grande que la del molino de mano que era manejada por una esclava. En Lucas 17:35, se menciona una piedra de la misma clase como la que describe Marcos—y fuera echado en la mar—queriendo decir que si por una muerte tal, aquel tropiezo (“escándalo”, en griego) fuera evitado, y fueran prevenidas así sus consecuencias eternas, sería motivo de dicha para ellos. En Mateo (Lucas 18:7), después de esto, sigue un versículo sorprendente: “¡Ay del mundo por los escándalos!” Es decir, “habrá bastantes tropiezos, caídas y pérdidas de almas por causa del trato que el mundo dé a los discípulos, sin que vosotros por una conducta inconsecuente tuviereis que aumentar el número de ellos; terrible será la condenación como resultado de los escándalos; tened cuidado para que no participéis de ella.” Y sigue diciendo el versículo: “porque necesario es que vengan escándalos; mas ¡ay de aquel hombre por el cual viene el escándalo! Es decir, “La lucha entre la luz y las tinieblas causará inevitablemente tropiezos, pero no será menos culpable aquel que a propósito hace que otro tropiece.”

43. Y si tu mano te escandalizare, córtala: mejor te es entrar a la vida manco, que teniendo dos manos ir a la Gehenna—(Véase Mateo 5:29). La única diferencia entre las palabras de aquel pasaje y éste, es que en Mateo se hace referencia a las inclinaciones impuras, y aquí, a la disposición ambiciosa, al genio irascible y pendenciero, y cosas semejantes; y el mandato consiste en atacar la raíz de tales disposiciones, y extirpar los motivos para que ocurran.

47. Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo: mejor te es entrar al reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado a la Gehenna; 48. Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga—(Véase el comentario sobre Mateo 5:30; y sobre los términos “infierno” y “fuego del infierno”, véase el comentario sobre Mateo 5:22). Lo “inapagable” de este fuego ya ha sido discutido (véase la nota sobre Mateo 3:12): y la idea terriblemente vívida de un gusano que no puede morir, y que estara consumiendo por siempre un cuerpo que no puede ser consumido, se toma de las palabras finales del profeta evangélico (Isaías 66:24), las cuales parecen haber provisto a los judíos posteriores de su fraseología sobre el tema de los castigos futuros.

49. Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal—Este es un versículo difícil sobre el cual mucho se ha escrito, y una parte de ello para poco provecho. “Todos” probablemente querrá decir “todos los seguidores míos”: y el “fuego” con el cual “serán señalados”, probablemente quiere decir las “pruebas ardientes” que servirían para razonarlas. (Compárese con Malaquías 3:2, etc.). La referencia al acto de salar el sacrificio tiene una relación íntima con el mandato de la ley levítica, de que todo sacrificio aceptable tendrá que ser rociado con sal, para expresar simbólicamente su pureza, su dulzura, su sanidad y su aceptabilidad. Pero como tenía que ser asado antes, aquí tenemos la idea de ser “salado con fuego”. En este caso, la expresión “todo sacrificio” significa “toda persona que quiere ser hallada como ofrenda acepta a Dios”; y así todo el versículo tal vez podría ser parafraseado como sigue: “Todo discípulo mío tendrá que pasar por pruebas penosas, y cada uno que quisiera ser hallado como olor suave, sacrificio acepto y agradable a Dios, deberá ser salado como los sacrificios levíticos”. Otra interpretación que nos parece exagerada, áspera y sin fundamento, la cual es presentada por primera vez por Michaelis, y adoptada por Alexander, explica que todos los que serán “salados con fuego” son los que serán “echados al infierno”, y el efecto preservativo de la sal se refiere a la conservación de los perdidos no solo en el fuego del infierno, sino por medio de este fuego. Su razón para interpretar en esta forma es que la primera interpretación cambiaría el sentido del “fuego”, así como los caracteres, de los perdidos a los salvados, en los versículos 48 y 49. Pero como el Señor manifiestamente termina su discurso mencionando el caso de sus discípulos verdaderos, la transición a ellos de un versículo al otro es perfectamente natural; mientras que identificar la calidad preservativa de la sal del sacrificio con la calidad preservativa del fuego infernal, es igualmente contrario al sentido simbólico de la sal y a las descripciones del tormento futuro en las Escrituras. Nuestro Señor todavía tiene en vista las contiendas impropias que se habían suscitado entre los Doce, el peligro en que estaban al permitir la indulgencia de tales pasiones, y el sacrificio propio tan severo que les costaría la salvación.

50. Buena es la sal; mas si la sal fuere desabrida—si hubiere perdido el poder de sazonar aquello con lo cual está en contacto—¿con qué la adobaréis?—¿Cómo será restaurada esta propiedad? (Véase el comentario sobre Mateo 5:13). Tened en vosotros mismos sal—Es decir, “Mirad que retengáis en vosotros aquellas cualidades preciosas que harán que seáis bendición unos a otros, y a todos los que están a vuestro derredor; y—con respecto a la miserable contienda que dió origen a este discurso, dice finalmente—tened paz los unos con los otros—Esto se repite en 1 Tesalonicenses 5:13.

Continúa después de la publicidad