Salmo 135:1-21
1 ¡Aleluya!. ¡Alaben el nombre del SEÑOR!
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El siguiente comentario cubre Salmo 135 y 136.
Salmo 135 y 136 celebren a Jehová, que ha librado a Israel y ahora habita en Jerusalén, y den gracias a Aquel cuya misericordia ha perdurado para siempre el Creador de todas las cosas en bondad que primero los libró, y se acordó de ellos para redimirlos cuando estaban abatidos.
Salmo 135 es un Salmo muy característico, que brinda una clave notable para la interpretación del libro y lo vincula con las primeras declaraciones de Jehová en cuanto a Su relación con Israel, a fin de unir su historia en un todo. El tema es Aleluya alabado sea el nombre de Jehová. Es bueno: es agradable hacerlo; porque Él ha escogido a Jacob ya Israel como Su peculiar tesoro.
Él es entonces ( Salmo 135:6 ) celebrado como el Dios Todopoderoso, haciendo lo que Él quiso, disponiendo diariamente de la creación; luego como Aquel que ejecutó juicio sobre los opresores de Israel, y los libertó, y expulsó a los paganos y les dio su tierra. Ahora viene Su nombre en conexión con Israel y en contraste con los ídolos; y los dos pasajes, en uno de los cuales primero tomó a Israel para siempre bajo el nombre de Jehová, y, en el otro, anunció proféticamente su liberación cuando deberían haber fracasado total y absolutamente, se citan de Éxodo 3:15 ; Deuteronomio 32:36 .
El primero toma el nombre del Señor Dios de sus padres, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, cuando envía a Moisés para librarlos, y declara que este es su nombre para siempre, su memorial por todas las generaciones, y luego promete liberación y traer a la tierra; entonces Él toma el nombre de Jehová. El segundo está en el cántico profético de Moisés, cuando les ha mostrado su imagen como apóstatas, su lugar no el lugar de los hijos de Dios, cuando abandonaron a Dios que los hizo, y lo provocaron a celos con dioses extraños, y Jehová escondió su rostro de ellos, y, sino por temor al orgullo del hombre, hizo cesar el recuerdo de ellos de entre los hombres.
Entonces, cuando estuvieran desamparados y sin esperanza en sí mismos, Jehová juzgaría a Su pueblo y se arrepentiría de Sus siervos, ejecutaría juicios sobre los paganos y luego los haría regocijarse con Su pueblo. De modo que estos dos versículos dan la primera liberación y el propósito de Dios, y el juicio y los caminos de Dios en los últimos días, a los que nos han llevado los salmos. Así dan una clave clara para la aplicación de los salmos mismos.
Luego tenemos ( Salmo 135:15-18 ) el juicio presente de los ídolos de que se habla en Deuteronomio 32 , y al cual se habían caído. El salmo cierra con el llamado a los ya especificados en general las diversas partes de Israel y todos los que temen a Jehová para que bendigan a Jehová; la casa de Israel, de Aarón, de Leví, y todos los que temen a Jehová; y este ahora de Sión, sí, Jehová, de quien ahora se podía decir que moraba en Jerusalén.
Salmo 136 puede ser considerado como la respuesta a esta convocatoria. Se caracteriza por el formulario, como se ha notado a menudo, la expresión de la bondad inmutable de Jehová para con Israel a pesar de todo: "Su misericordia es para siempre". Lo celebra como Creador, Dios de dioses, el Libertador de Israel, que los había conducido a través del desierto, como Aquel que con poder, matando a reyes poderosos, les había dado la herencia de la tierra; y quien, finalmente, acordándose de ellos en su condición baja, los había redimido de ella, y ahora suplía de alimento a todo ser viviente, el Dios del cielo.
Esto, en cierto sentido, cierra los salmos históricos. Tenemos entonces una especie de serie suplementaria: primero, de sus dolores característicos y los caminos de Jehová en los últimos días, y luego de alabanzas milenarias. Estos dolores son desde el Salmo 137 hasta el Salmo 144, siendo este último, sin embargo, la expectativa de liberación y bendición. Salmo 139 tiene también un carácter peculiar, como se verá enseguida.